ANDALUCÍA: RESERVA DE OCCIDENTE

Cuando uno torna a Andalucía se da cuenta de dos cosas; la primera es que la admiración que un ciudadanos andaluz puede sentir por un socialista parece un claro ejemplo de amor zoofilico por un gorrino. Una relación patológica que sufre un ser humano medianamente normal ante la visión de un cerdo. Yo, personalmente, admiro mucho a ese animal rosado, pero no me trato con ellos y, mucho menos, les revelo el PIN de mi tarjeta de crédito, porque el marrano tiene un apetito insaciable. La segunda cosa que se advierte es el frío que hace en las viviendas andaluzas. Sensación térmica que se acrecienta tras una larga temporada en Laponia, donde las casas resisten temperaturas de – 20 bajo cero, sin que tengamos que vestir como un oso. Creo que este frío andaluz es responsable indirecto de que algunos ancianos vean el rostro del creador antes de tiempo. Y es que en Andalucía se muere, de frío, mejor que en ningún sitio.

Sin embargo, en mi vuelta a la república bananera del sur se advierten cosas distintas. Matices que hacen del lugar un lugar más esperpéntico. Ahí tienen a los maestros palanganeros de Griñán. Solo hay que ver los rostros inflamados que lucen Valderas y sus allegados comunistas que han pasado a ocupar altos cargos. A pesar de que la historia es una señora muy reputa que acuesta con cualquiera según conveniencia, a ver como explica la tribu perdida de Fidel Castro  en el futuro su apoyo al partido más corrupto en la historia de España. Quizá sea el atavismo cerril cejijunto del pensamiento “coge la pasta y vuela”. En cualquier caso, no está bien que esta pandilla de amiguetes crepusculares les haga la competencia a los payasos del circo. Debería haber algún tribunal que les sancionara por intromisión profesional. Lo suyo es la tortura psicológica que ejercen en el ciudadano normal con sus propuestas marcadas por la ignorancia galopante estilo Zoido, alcalde de Sevilla.

La cretinización de la izquierda socialista no es solo andaluza, sino nacional. La diferencia es que, al menos en Andalucía, el PSOE no pacta los presupuestos con Bildu, o se abstiene de votar un referéndum ilegal de autodeterminación como en Cataluña. Especialmente, porque las tesis secesionistas en el sur sólo existen en la mente enferma de Gordillo, que si no, ya veríamos a Valderas y a Griñán firmando un pacto en defensa de los derechos nacionales de Andalucía.

El socialismo fundamentalista que, como todos sabemos, no tiene claro la idea de España, trae consigo que España no tenga clara la idea de PSOE como opción política. En definitiva, el ciudadano asiste asombrado al mamoneo de esa izquierda que es capaz de pactar con los cachorros de ETA, o desistir de la defensa de la nación española por la región catalana. En esta situación, es difícil que la gente vaya a prestar su voto teniendo en cuenta elementos de imagen como el pañuelo palestino, o la cuota femenina. Asuntos que inducen al choteo general del gremio de lectores avezados del Reino. Sencillamente concluimos que el PSOE ya no es un partido nacional, sino una pandilla de cuatreros malavenidos. Ya sólo queda Andalucía con su PSOE. El gobierno de Rajoy debería pensarse muy seriamente declarar la taifa del sur como “Reserva socialista del sur de Europa”. Una nueva marca turística donde los tudescos y británicos acudirían para ver el milagro de ver a un gobierno que en tres décadas no ha sido capaz de arreglar ni uno solo de sus problemas endémicos y, para pasmo del mundo, seguir gobernando.

Andalucía, como reserva del pensamiento carpetovetónico de occidente, no va a cambiar nunca en lo sustancial: Copla, chistes zafíos, gobiernos corruptos, papanatas farfullando, ruido, aborígenes cutres, caterva socialista, populares rancios y todos tocando palmas. Debemos pensar en positivo y dejar que los millones de personas que visitan la taifa cada año, apadrinen a un andaluz. Con el dinero podríamos sufragar un nuevo plan de educación que sacara al cerdo de lo más alto de la cadena alimenticia andaluza.

Sergio Calle Llorens