domingo, 18 de junio de 2023

¡HOY LOQUILLO!

 


Los jóvenes malagueños de finales de los ochenta mirábamos a Barcelona como el faro que ilumina el mar de madrugada. Hoy, sin embargo,  en la Ciudad Condal no tienen nada que contarnos tras haber caído en el garrulismo más acuciante. Porque Málaga- Ciudad Región- es cosmopolita, abierta, liberal y está divorciada de la cantinela sentimental y el catetismo que conlleva el nacionalismo de campanario. Inútil ideología que despierta el sarcasmo entre nosotros. Pero donde Málaga nunca ha buscado inspiración es en Sevilla con su revolución socialista de cacos, coca y caca. Además, esa urbe está a años luz de nuestra esencia mediterránea que convierte a la Ciudad del Paraíso no sólo en el motor económico, turístico, cultural y tecnológico del sur de España sino en el foco que alumbra el camino del éxito.

 Musicalmente hablando las bandas malagueñas de aquellos años sonaban como las británicas porque el puente aéreo Málaga- Londres siempre ha funcionado muy bien e, incluso, comprábamos la música de importación en Inglaterra. También degustábamos música del resto de España. En esencia, consumíamos música europea y el reggaeton, como muy bien ha señalado Loquillo, nos es ajeno culturalmente. Esta afirmación no es ni buena ni mala, sino la pura verdad. Cantar en la misma lengua no significa gran cosa cuando se trata de ciertos géneros musicales. Yo, que crecí escuchando el rock and roll más canónico, también abracé la música italiana y hasta la irlandesa. Eso no me hace europeo, es que soy europeo.

Desgraciadamente hay personas de acostumbrada agudeza interpretativa que se ofenden hasta con lo obvio. Y es que es cosa de espanto la incultura de algunos políticos que, si pudieran, nos obligaban por decreto a escuchar joropo por aquello de sus querencias bolivarianas. A todos ellos habría que contestarles con una frase que solía decir mucho el dictador Chávez: ¡Al Carajo!

Sergio Calle Llorens

sábado, 3 de junio de 2023

¡DANI PÉREZ SE QUEDA!

 



Dani Pérez se queda tras perder la carrera a la alcaldía en todos los distritos de la capital de la Costa del Sol. Dani Pérez se queda porque lo mejor de su currículum es la grapa.

 Dani Pérez se queda tras ser derrotado por Paco de la Torre por tercera vez consecutiva, lo que lo convierte en Trivago. Y es que no puede vivir de otra cosa porque fuera de la política hace mucho frío.

Dani Pérez ha protagonizado el mayo espantoso de los ridículos. Algo que no se veía desde los tiempos de Manuel Huertas, candidato a la alcaldía por UPD que estaba convencido de que su chatarra retórica le llevaría lejos. Un tipo que fue superado en votos por PACMA. Una vez más se demuestra que algunos confunden su mundo con el mundo. Y luego pasa lo que pasa.

El candidato socialista apoyaba su aspiración electoral en algunos seguidores de acreditado cantamañanismo; un guitarrista en busca de subvenciones públicas que aburre en todas las presentaciones de libros, un articulista como Pablo Bujalance pegado a la tristeza infinita y algunos descontentos. Gente que no conocía que los espíritus reflexivos y madurados por la vida preferimos mil veces a de la Torre antes que al candidato del partido sevillano oligárquico de enchufados- PSOE-. En verdad, cualquier cosa es preferible al candidato de la secta del capullo. Además, es un hecho que los malagueños decidimos hace años emanciparnos del PSOE porque queríamos liberar a Málaga del yugo centralista. ¿Lo pillan? Pues suéltenme el boli que voy a seguir escribiendo.

Dani Pérez se queda e insiste en no dimitir a pesar de los malos resultados electorales- un clásico nacional- demostrando que, pese a su ineptitud manifiesta, seguirá de portavoz en el Ayuntamiento de Málaga colocando sus fallos en los hombros de los demás. Esta figurita del andamio es un estorbo para el desarrollo de cualquier proyecto serio porque, además de equivocarse siempre, no permite que personas con talento tengan una oportunidad.

Dani Pérez se queda para perpetuar la profesionalización de la incompetencia. Vista su petulante campaña repleta de inopia y vanidad, el electorado malagueño terminó dándole una nueva patada electoral en su trasero de wordperfect.

Dani Pérez se queda para seguir reivindicando el enchufismo como un derecho y el fracaso como un mérito. Es asombroso constatar que semejante ejercicio de mentecatez y simpleza de mollera pudiera desembocar, y tres veces consecutivas, en la presentación de su candidatura para reinar en la Ciudad del Paraíso. Una urbe de alma fenicia que sabe que el único pecado que los griegos no perdonaban era el hibris, que es aspirar más a lo que en realidad es posible.

Sí, Dani Pérez se queda, y yo, que fui el Aquiles del articulismo, he podido convertirme en Ulises y volver al hogar. Mi Penélope es ver una Málaga libre de socialismo.

Sergio Calle Llorens