lunes, 19 de abril de 2021

¡LLUVIA EN LA MADRUGADA!






Esta madrugada llueve con intensidad. Algún gracioso debe haberse dejado abiertos todos los grifos del cielo. Los ecos de la tormenta se funden con el tañer de las campanas de la ermita cercana que, como en todas las poblaciones mediterráneas, tocan por el alma de los marineros perecidos en alta mar. Neptuno, como bien sabemos en estas orillas, no hace nunca prisioneros. A lo sumo devuelve los cuerpos de los hombres de mar a la orilla para que las viudas cumplimenten el velatorio. Si se piensa bien, es todo un detalle por su parte. A cambio el Dios del mar se quedan con sus almas para siempre. Al menos eso es lo que se deduce de las olas mecidas en la atardecida.

Llueve, y mucho, sobre mojado mientras unos mojan el churro, y otros se mojan con esa cara de panoli que se le pone a uno cuando está a merced del líquido elemento que cae, sin piedad, de los cielos oscuros. De pronto un relámpago y, a los escasos segundos, la celestial pirotecnia alcanza su máxima potencia. El hombre del tiempo tenía razón y, por una vez, acertó el pronóstico muy a pesar de los pequeños propietarios de mangos y aguacates de la comarca de la Axarquía. Tal vez el segundo cultivo tropical más pujante en la Región de Málaga pueda alcanzar al primero; el del aguacate- Veinte millones de kilos de fruta son muchos millones. El campo malagueño, en todo caso, goza de muy buena salud y exhibe músculo al resto del país. Mis paisanos aman ser los números uno en todo. Una manía que les viene de cuando Málaga era la segunda ciudad industrial de España. Yo, que disfruto como pocos con sus triunfos, me congratulo porque han convertido a esta tierra con su esfuerzo en el motor económico del sur peninsular. Es justo reconocer la competitividad y las ganas de agradar.  A veces pareciera que Málaga, tan alejada de la rancia aristocracia de otras provincias, es una isla donde se hablan doscientos idiomas distintos cuya lingua franca es, sin duda, el comercio. Un islote que, probablemente a la deriva, amarró su destino al noray de un puerto llamado Mediterráneo.

Sigue lloviendo sobre el mar y mucho.

Sergio Calle Llorens

 


viernes, 16 de abril de 2021

¡ME LO DIJO PÉREZ!

 



El alcalde de Sevilla acudió a Málaga en semana santa para ver las cofradías de la Capital de la Costa del Sol, saltándose el cierre perimetral y nadie le reprendió por ello. Es más, la prensa local ha valorado el gesto político, no vaya a ser que luego gane las elecciones y les deje sin subvenciones.  Eso sí, luego son los mismos que luego piden responsabilidad al personal.  El caso es que el señor Espadas estuvo acompañado en su visita por un tipo que se apellida como el famoso ratoncito. Sí, ese que pone dinerito a los niños bajo la almohada cuando se les cae un diente.  Para ser justos, la cara del chico nos suena porque suele fotografiarse con los vecinos que tienen problemas con el ayuntamiento. Muchas veces recuerda al mocito Feliz.  Así que tiré de hemeroteca y, lo juro, la grapa es lo mejor de su currículum.  

Dani terminó su carrera de biología y, a diferencia del resto de universitarios malagueños, fue colocado en una empresa pública del ente autonómico. Ya ven, un segundo después de subir su foto a la orla universitaria, bajó al despacho de algún compañero de partido para firmar un contrato de larga duración. Parece que estar afiliado al PSOE desde los diecinueve años tiene algunas ventajillas.  Se puede afirmar, y sin ningún género de dudas, que su paso como delegado territorial de igualdad y salud  tuvo unas consecuencias devastadoras para Málaga que sufrió los peores recortes sanitarios de su historia.

De todo lo anterior se desprende que el candidato de la secta del capullo no ha trabajado nunca en el sector privado, pero destrozó el sistema público de salud malagueño.  Recordemos como en 2012, recién estrenado su cargo de delegado, llegó a afirmar que “el tercer hospital no podía acometerse”. Su departamento, además de reducir el presupuesto sanitario en un 4%, tomó las siguientes decisiones:

·        Redujo la plantilla sanitaria

·        Dijo siempre que no al tercer hospital de la ciudad de Málaga- ese que ahora, con ellos fuera en el gobierno, va a ser una realidad.

·        Unificó la agencia sanitaria de la Costa del Sol con la del alto Guadalquivir.

·        El personal sanitario tuvo que trabajar más horas con menos recursos.

·        Se negó a dar los datos presupuestarios por provincias para que nadie viera que Málaga, gracias a su partido, era la más perjudicada.

·        Convirtió a la provincia malagueña en la peor de España en el ratio de camas hospitalarias por habitante.

·        Cierre de plantas enteras en los hospitales de la Costa del Sol que triplican, en algunos casos quintuplican, su población en los meses de verano.

El cese en su puesto de delegado de la Junta fue la única buena noticia que nos dio Dani en los tres años que estuvo arruinando nuestro sistema de salud. Y ahora, precisamente ahora, reaparece de la mano del alcalde que quiere a Málaga como súbdita de la suya. Porque no lo duden, de eso se trata la operación del alcalde de Híspalis: Él como presidente de la taifa del sur y Dani diciendo sí a todos los recortes que desde los despachos del Guadalquivir nos impusieran.  

El candidato quiere poner a la región malagueña entre la espada y la pared para que los suyos puedan cantar aquello de; “Me lo dijo Pérez que estuvo en Sevilla, y vino encantado de todas las cosas que vio por allí, yeh yeh yeh”.

Sergio Calle Llorens


martes, 13 de abril de 2021

¡MI REPUTACIÓN!

 



En mi boca arrancan todas las buenas historias. La que les cuento, creo, reúne todos los requisitos para ser elevada a la categoría de leyenda. Al menos al del mito que me acompaña de ser una persona difícil. Verán, yo trabajaba para una multinacional de la enseñanza. Una de esas compañías con más reglas que una piscina en verano, pero con pocas ganas de pagar una soldada digna a sus trabajadores. En verdad, los profesores percibíamos menos dinero que el resto de empleados de la empresa. Lo que habla, y no muy bien por cierto, de la escasa importancia que esos cabritos le daban a la educación. Tener más experiencia profesional que la de todos los maestros del centro no me valió para saltarme el descacharrante curso de formación donde aprendí el método inductivo que usaban.

 Al principio todo fue bien y, me consta, los estudiantes valoraban muy bien mi facilidad para arrojar luz sobre los misterios oscuros de la lengua de Cervantes. Sin embargo, todo se torció una mañana cuando un hombre entró en clase media hora después de la hora de comienzo. Era un tipo con gafas que se movía como una mujer, tapando sus inexistentes pechos nutricios con una carpeta. Ya saben, a la manera de las adolescentes en los institutos. Le pedí explicaciones con la mirada. Éste se limitó a ignorarme con cara de desprecio e hizo un gesto con la mano para que prosiguiera. Y eso hice, pensando, equivocadamente, que era un alumno más.  Por deferencia a él, hablé tres minutos sobre la actividad que estaban realizando mis pupilos.  Al terminar la clase, el italiano se identificó como uno de los máximos responsables de la multinacional que había venido desde Suiza a valorar nuestro trabajo. Curiosamente, nadie me había advertido de la visita. En verdad, tengo suficientes tablas para interpretar cualquier papel en la obra “un profesor de español” en la que siempre dejó mis comentarios más elocuentes y chispeantes, pero aquello fue una emboscada. 

Tras la lección, aquel chulesco personaje me comentó que le había gustado mi clase, pero, siempre hay un pero y hasta un melón, yo hablaba demasiado. Le contesté que la culpa del exceso verbal estaba en su coleto y no en el mío; “sólo si alguien me hubiese avisado de que no eras estudiante…” Se limitó a apuntar algo en una hojita que usaba para valorarme. En ese momento, los dos sabíamos que la antipatía era mutua. Para relajar el ambiente me hizo una serie de preguntas personales que yo contesté con toda honestidad. Finalmente, hizo un comentario despectivo sobre la forma en la que yo llevaba colgada la identificación de profesor con el logo de la escuela. Y es que con el movimiento se había dado la vuelta y no se veía mi nombre. Un pecado mortal a los ojos del fariseo. Para dar terminada la entrevista se levantó y yo imité su movimiento. Entonces me preguntó si yo recomendaría la escuela a mis amigos y familiares.  Sonreí, y como buen espadachín, calculé la distancia hacia el adversario, la acción a realizar, el blanco a tocar, el movimiento para destrozarle y, por supuesto, la velocidad de ejecución. En mi hombro izquierdo un diablo pidiendo guerra. En el derecho un ángel que me sugería cordura.  Pero ya era tarde para el segundo porque no suelo pasar por alto una afrenta. Así que la sonrisa helada dio paso a mi respuesta:

-         "Si alguien me hubiera preguntado esto ayer, habría dudado en dar una respuesta positiva o negativa, pero tras conocerle en persona le aseguro que no recomendaría este centro ni a mi peor enemigo".  

El italiano se quedó blanco, le temblaban los labios y antes de que pudiera reaccionar, me alejé de allí para siempre. Un mes más tarde tenía el finiquito ingresado en la cuenta de mi banco y el tiempo suficiente cotizado para cobrar el paro.  

Estoy convencido de que mi vida hubiese sido diferente de haber pasado por alto los múltiples ultrajes, pero siempre me perdió el viejo orgullo español que nos llevó a dominar el mundo. Además, aunque yo ya sea un hombre que a duras penas puede mantenerse en pie, mi reputación sigue intacta. Y eso, al menos para mí, tiene el valor de un hombre que pasó de presa a cazador.

Sergio Calle Llorens


lunes, 12 de abril de 2021

¡ EL CASO SLAUGHTER!

 




Billy el niño, la banda de John Dillinger, la mafia de Chicago, Bruce Reynolds, el PSOE andaluz y el Real Madrid son algunos de los mayores atracadores de la historia. El caso Slaughter coloca al madridismo en un lugar de honor en el olimpo del hampa.  Sin duda, un gran golpe que puede equipararse al protagonizado por Gil Manzano en nombre del club de Concha Espina en el clásico del fútbol español del pasado sábado.

 Los hechos son los siguientes: El pivot estadounidense pudo jugar con el equipo blanco como ecuatoguineano a partir de 2015, liberando una plaza de extracomunitario tras recibir un pasaporte falso.  Un engaño que fue destapado cuando la Federación de baloncesto, encargada de la gestión de las licencias, comprobó que el número de pasaporte de Andy Panko (AA001696) coincidía con el presentado por Marcus Slaughter. Curiosamente los dos jugadores compartían agencia de representación.  La propia embajadora de Guinea Ecuatorial remitió una carta al juzgado afirmando que ambos pasaportes eran falsos. En esa misma misiva la diplomática añadía que los dos visados habían sido expedidos por el consulado de su país en Las Palmas cuando los jugadores residían en Madrid.

Tras descubrirse el pastel- un pestilente merengue blanco - se cursó la pertinente denuncia que terminó con la imputación del jugador madridista al que la fiscalía pide una pena de dos años y seis meses de prisión aplicando los conceptos de falsedad documental y de corrupción en los negocios. De ser condenado, el Real Madrid podría perder los dos títulos que ganó esa temporada haciendo lo que mejor se le da; trampas.

El problema es que todavía no hay fecha para la celebración de este juicio y, por lo que se sabe, la injusticia nacional no tiene mucho interés en condenar al club que preside Florentino Pérez. Así que los amantes del juego limpio nos quedaremos con las ganas de ver cómo le quitan la liga y la copa al Madrid, mientras presenciamos el juego de Jaycee Carroll que disputa sus partidos con pasaporte de Azerbaiyán. Un país con el que el madridista ha tenido el mismo contacto que Susana Díaz con los libros; ninguno. 

Lo de las alineaciones indebidas que hace perder partidos existe en el mismo plano que Batman y Robin. Las leyes, sencillamente, están para los demás, no para aplicárselas al Real Madrid. El mismísimo Al Capone, de vivir, sería hoy seguidor de ese equipo. También se comenta que si los merengues tuviesen un equipo de ciclismo, el motorcito de Lance Armstrong que llevaba en la bicicleta sería sustituido por un Wartsila Sulzer RTA96-C. De apostar por el balonmano, su escuadra jugaría con los pies con el aplauso emocionado del VAR. De decantarse por el rugby, los blancos apalizarían a sus rivales usando palos de baseball perfectamente autorizados por el ministerio. En fin; el Real Trampas. 

Sergio Calle Llorens


jueves, 8 de abril de 2021

¡MI ESCAPE!

 




A diferencia de los anglosajones que dicen que se sienten bajo las olas cuando les entra la depresión, un servidor se encuentra estupendamente debajo del líquido elemento. Bañarse en estas aguas, zambullirse en ellas, o contemplarlas son mi vía de escape. Una especie de isla de los naufragios donde van a varar las almas de aquellos que se niegan a abrazar la idiocia andalucista. El Mediterráneo como puerto final para escapar de esa nave vieja capitaneada por marineritos de agua dulce que no saben a qué puerto dirigir la nao que, pese a mis advertencias, terminará hundida en el fondo del océano. Lo último que han inventado para destruirnos es acabar con la libertad de expresión olvidando aquella máxima de Roland Barthes: “El que habla no es el que escribe y el que escribe no es lo que es”. Todo para conducirnos a prisiones tan húmedas como un manantial, y tan oscura que es siempre de noche. Que convoquen al fantasma de Francisco de Quevedo y él, si lo estima conveniente, les hablará de la de San Marcos.

Hoy todo el mundo quiere caerle bien al resto de los humanos. Yo no quiero bien a los malos. Mimar al mal es una pestilente costumbre. Me encanta tener enemigos.  Para lograrlo, yo antes escribía mucha poesía satírica hasta que la justicia mandó parar. A consecuencia ello, mi producción en versos ha quedado reducida a cenizas. Quiero decir que sigo escribiendo líbelos, pero no me atrevo a publicarlos. Para sacar adelante mis cuartetas bebo de la mala leche de la realidad. Pero, repito, no me atrevo a publicar nada, aunque mis amigos, que son unos cabritos de cuidado, me animan a componer desenfadados versos.  Afirman que les encanta ver el escándalo que provocan mis poesías. Las muchachas, en cambio, no se muestran tan encantadas por mis escritos. A éstas les digo que el escándalo, por mucho que lo ignoren, amplia las cotas de libertad de cualquier pueblo. Para olvidar mi frustración, busco el Mediterráneo como el sediento se acerca a una fuente.

Tristemente los prohibicionistas han terminado ganando la batalla, pero no la guerra. Porque al campo de la libertad no se le puede poner puertas y, aunque esté lejano ese día, la libertad que gozábamos en Málaga en los años ochenta terminará volviendo. Un tiempo en que podías tocar una canción de rock and roll en tono irreverente y la gente, si no le gustaba lo que cantabas, cambiaba de canal.  Llegará el día en el que los jueces que,  como todos sabemos son infalibles, no puedan entrar en nuestras aguas libertarias para detenernos. Especialmente porque en nuestro medio acuático podrían ahogarse.

Sergio Calle Llorens


jueves, 1 de abril de 2021

¡CARTA A UN MUERTO!

 



Eres, entre otras muchas cosas, varón, parado de larga duración, padre, heterosexual y tienes más de cincuenta castañas. Dicho de otra manera; perteneces a la cofradía de cadáveres que, por alguna extraña razón, sigue en pie. Porque entiendo cómo te sientes, he decidido publicar esta carta. Y es que no puedo pasar por alto que hayas intentado quitarte la vida. No es que tu intento de autoeliminación sea una novedad. De hecho, en España cada dos horas y media alguien se desconecta el cerebro de forma voluntaria. En total son diez criaturas al día. Pero eres un compañero de armas y tu fracaso de inmolación  me lo he tomado como algo personal.

 En este país, ya ves, hasta morirse es complicado. Y, a no ser que dos personas te vean protagonizando la escena final de Thelma Y Louise, tu suicidio hubiese sido catalogado de accidente. Una forma como otra cualquiera de demostrarnos que la clase política española no para de jodernos ni después de muertos. Es más, sostengo que no está lejos el día en el que nos obliguen a enterrarnos con el culo al aire para que los descendientes de los consejeros autonómicos aparquen sus bicicletas sostenibles.

Pero empecemos por el día de autos.  Sin duda  el intento de quitarte la vida con barbitúricos me ha quitado las ganas de saludarte, porque siendo un artista, y de los buenos, podrías haber elegido, literariamente hablando, una muerte más digna. Deberías, digo yo, haber imitado a Mariano José de Larra pegándote un tiro en el corazón.  Sí, ya sé que después del divorcio, a las mujeres no las quieres ver ni en la portada del Supertetas.  Te concedo que la escena habría resultado demasiado romántica. Pero también tenías el ejemplo de Gustavo Adolfo Bécquer que para acabar con todo se colocó en la parte descubierta de un tranvía madrileño. La pulmonía que pilló por la nevada hizo el resto. ¿Unas pastillitas? Chiquillo, peor que Rocío Carrasco. ¿Qué será lo próximo?: ¿Hacerte del Real Madrid? ¿Leer los publirreportajes de Agustín Rivera en el Confidencial? ¿Ponerte a ver Canal Sur?

Ahora voy a concentrarme en las semanas previas. El teléfono dejó de sonar tras la última humillación a manos una jovencita que no pasaba de la treintena. Esa chica tan mona con tres masters, y menos de dos dedos de frente, diciéndote a la cara que no dabas el perfil. A ti que lo has sido todo en el mundo de la ilustración. Al tipo que habla cinco idiomas y que hacía ganar dinero a todo aquel que le propusiese un negocio. De hecho, aunque tú no lo sepas, te llamábamos como aquella canción de Serie B: “el mago de las finanzas”.  

Me contaron también que la noche antes soñaste con tu madre. La mujer que se llevó el coronavirus. Ya sabes, el que sólo afectaría “a una o dos personas”. La única dama que te quiso en el mundo y a la que, por cierto, no pudiste enterrar porque las autoridades siguen sin encontrar su cadáver.  Así que decidiste tomar el Express del adiós para ver si volvías a ver su rostro en la última estación. No seré yo quien te lo reproche, pero hay formas y maneras de quitarse la vida.  Esa que nos bebimos juntos en garitos de mala reputación a ritmo de furioso rock and roll.

Podría, ya te digo, mentirte y soltar una frase muy campanuda estilo; "siempre hay luz al final del túnel". Pero ya sabes que me gusta decir que no estamos atravesando un túnel porque vivimos en un hangar profundo y oscuro del que no saldremos nunca.  Nuestro tiempo, querido amigo, pasó, y no le importamos absolutamente a nadie.  Comparto tu dolor. Lamento los últimos fracasos de tu existencia. De hecho, yo mismo no descarto buscar una forma airosa de terminar con todo. Lo que pasa es que tengo suficientes lecturas para saber que la muerte de un tipo de más de cincuenta años no les vale  a los periodistas ni para dos segundos en el telediario. ¿O Tú te imaginas a Sandra Golpe abriendo las noticias de Antena 3 con el suicidio de un españolito? Piénsalo colega, ni somos exóticos hombres que vienen de tierras lejanas, ni nos hemos cambiado de sexo, ni pertenecemos a colectivo oficialmente discriminado. Somos varones viejunos y nos odian a muerte. Si no nos gasean es porque no han encontrado todavía el encaje legal. Concedamos algo de tiempo al ministerio de Irene Montero

 Por tanto, la próxima vez que se te cruce por la muerte la idea del suicidio, llámame.  Puede que termines convenciéndome de que es momento de marcharnos juntos de este asqueroso mundo. Pero al menos puedo prometerte que lo haremos a lo grande. ¿Qué te parece asaltar a mano armada la sede de la Cerveza Victoria para, después de atar con cuerdas a todo el personal, tirarnos de cabeza a un bidón gigante de birra y morir ahogados de felicidad?

Posdata: Ya me cuentas.

¿Con pastillas? Serás gilipollas.

Sergio Calle Llorens