EL GUARDIÁN DEL CEMENTERIO- RESEÑA
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Málaga, años 50, un ex policía caído en desgracia, Antón Gisbert, se tiene que ocupar de un extraño caso que se desarrolla en el cementerio inglés. Comienza así una obra, El Guardián del Cementerio, que está siendo alabada por el público malagueño por su mezcla de la ciencia detectivesca, el lado oscuro de la sociedad y el barniz de novela gótica que impregna toda la historia. Entornos reales con personajes que también podrían serlos, muestran una Málaga llena de misterios para ver la ciudad con otros ojos.
Sergio Calle Llorens, su autor, en un malagueño que con esta ha visto ya publicada su tercera novela. Licenciado en Filología inglesa, actualmente es profesor de idiomas, una actividad que compagina con su verdadera vocación; escribir. Con el Guardián del Cementerio nos presenta una visión distinta de lo que creemos conocer, para acercarnos un poco más a la obra nos ha respondido a las siguientes cuestiones que darán un poco de luz al misterio que esconde la novela.
Se trata de tu tercera novela, ¿Cuáles fueron los motivos que te llevaron a escribir y continuar en el mundo de la literatura?
Soy un grafómano, es decir, alguien que tiene la necesidad de escribir. Y escribir es una cosa muy seria. Mi objetivo con la literatura es mover la pluma como una espada para, llegado el caso, alcanzar el corazón del lector. Soy la novela negra de mi generación y estoy situado detrás de mi escritorio disparando balas de platas que, aunque no matan a los malos, sí ayuda a entender su complejo universo. La literatura es mi compañía y no hallo consuelo ni en otras tierras, ni en otros mares. Por eso junto líneas cada día. Dicho de otro modo; escribir es lo único que sé hacer razonablemente bien.
Llevas la trama a Málaga, en concreto al cementerio inglés y a diversos lugares muy característicos ¿por qué decidiste estos espacios como principales lugares de los hechos? ¿Consideras que Málaga puede ser un buen escenario para una novela negra?
La razón principal por la que elegí este camposanto en concreto fue porque la necrópolis malagueña es la única no católica ubicada en el centro de una gran urbe española. Este dato habla, y muy bien por cierto, de las ideas liberales de los malagueños de la época. El cementerio, además, es de una belleza incomparable con sus cruces celtas, sus tumbas cubiertas de conchas que recuerdan la forma horrible en la que los protestantes y seguidores de otras religiones eran enterrados en la playa de noche y a la luz de las antorchas. Por todo ello, el cementerio inglés era el escenario y epicentro perfecto para narrar la historia de misterio que yo tenía en mente.
Por otra parte, Málaga es una ciudad con una luz incomparable que tan bien han retratado pintores de la talla de Joaquín Sorolla. Sin embargo cuando las luces del crepúsculo se alargan y llega la noche la ciudad tiene muchos secretos prestos a la descubierta. Esto la convierte en el lugar perfecto para una novela de misterio Lo que pasa es que, aunque yo no soy el último de una generación de escritores, sí soy el primero en colocar a Málaga en el mapa de la literatura Noir con la presentación de la pareja de policías Palacios- O´Donnell cuyas aventuras, por supuesto, van a tener continuación en próximas entregas.
Se trata de una época muy concreta (los años 50) ¿A qué se debe la elección de este periodo y cómo crees que influye en la obra?
La década de los 50 fue, aunque muchos tratan de negarlo, apasionante para la ciudad. Pensemos que se crea la Cátedra de extensión cultural, antecedente de la Universidad de Málaga. En 1954, que fue el tiempo de la histórica nevada, empieza a emitir Radio Juventud. En 1956 surca nuestros cielos el primer vuelo charter procedente de Londres. En 1958, comienza a funcionar la Central Térmica y se celebra el I Festival de Música y es este año cuando yo decido dar la nota con el Guardián del Cementerio ya que un tiempo va muriendo y otro va viendo la luz en una lucha eterna entra las fuerzas del mal y el pelotón de lo perverso. Además la estética de aquellos años me parece formidable para terminar de dar forma a la novela.
¿Cómo ha influido tu formación en Filología Inglesa a la hora de disponerte a escribir? ¿Qué se puede observar de tu formación en la obra “El Guardián del Cementerio”?
Si mi novela Misterio en Maro tiene un marcado componente mediterráneo, El Guardián del Cementerio es una obra que limita al norte con el mundo anglosajón y al este con la literatura gótica de misterio. En definitiva, mi anglofilia cabalga desatada por las calles y avenidas de la novela. Sin ella, El Guardián del Cementerio no hubiese visto nunca la luz.
¿Tienes algún referente que se pueda ver reflejado en la obra “El Guardián del Cementerio?
Mis referencias literarias van desde Raymond Chandler hasta llegar a Poe y a Gustavo Adolfo Bécquer. Sin olvidar, claro está, a mi admiradísimo Josep Pla. Sin embargo, los referentes más importantes del Guardián del Cementerio son Susan Hill autora de la Dama de Negro y Víctor Ross personaje de Jerónimo Tristante que, como Rafael Palacios en mi novela, trata de modernizar la ciencia forense y detectivesca en España. Unos intentos que casi siempre se topan con la visión gallinácea de una clase política insufrible.
¿Qué le dirías a un joven escritor para alentarlo a publicar? ¿Podrías dar algunas recomendaciones para iniciarse en la escritura?
Yo veo muchísimo talento en las nuevas generaciones de escritores. A todos ellos les daría dos consejos; el primero es que nunca escriban pensando en lo que les gustaría leer o no a los otros porque, aunque no lo sepan yo lo aclaro, ellos no conocen a los demás pero sí a ellos mismos. Por eso deben escribir las historias que a ellos les gustaría leer. Nada más. Luego si se produce el maravilloso milagro de que alguien se emociona con lo que escriben, podremos acogerles con los brazos abiertos en la Cofradía de los escritores malditos. El segundo es que acaben su sueño antes que terminar acabados en el proyecto de otro. Así que suerte y a tomar la pluma que es mucho mejor a que te tomen el pelo.
Reseña de El Guardián del Cementerio
por Alonso Contreras
De todas las críticas a la novela Guardián del Cementerio me quedo con las siguientes.: “Si Barcelona tiene a Carlos Ruiz Zafón y Maine a Stephen King, Málaga cuenta con un escritor de primer nivel llamado Sergio Calle Llorens”. “El John Verdon malagueño inicia una saga de novela policíaca que dará que hablar”. El libro es un homenaje a la novela negra al abordar los miedos primitivos de la gente. En sus páginas la ciudad, las nieblas azuladas y hasta los espumarajos de las olas mediterráneas son personajes junto a los policías Ramón O´Donnell y Rafael Palacios. Pero la pregunta es obligada: ¿Quién es el responsable de una obra literaria de tal calibre?
El escritor
El autor nació en la capital de la Costa del Sol a finales de los años 60. Entre otras actividades ha sido locutor de radio, guía turística, letrista, poeta, profesor de lenguas, traductor y articulista. El Guardián del Cementerio es su tercera novela tras un libro de Memorias y Misterio en Maro, ambas publicadas por Chiado editorial. Su forma de escribir hermana con la prosa de Joaquín Ruyra, con su minucioso sentido decorativo en la que destaca una presencia emotiva de la imaginación y la emoción. Una simple estampa marina descrita por unos ojos nítidos y penetrantes que saben contemplar la naturaleza y la vida. , Y siempre con el adjetivo correcto. Pero su obra también conecta con la novela de enigmas que intenta identificar un peligro de vida o muerte. Probablemente Sergio Calle Llorens es el escritor español más inglés y el autor malagueño más levantino.
Sinopsis
Málaga 1958. Antón Gisbert un ex policía que vive sus horas más bajas se le presenta una extraña oportunidad cuando el Cónsul británico de la provincia le ofrece trabajar de Guarda en el cementerio inglés ya que, al parecer, en este misterioso enclave se están produciendo extraños sucesos que van desde rituales a desenterramiento de cadáveres pasando por el caso de una elegante señora que acude de madrugada al camposanto a depositar una botella de Brandy a los pies de una tumba sin nombre. Por su parte, el subcomisario Rafael Palacios- antiguo compañero de Gisbert- investiga en compañía de Ramón O´Donnell el asesinato de un cura en la iglesia de San Juan. Un crimen relacionado con la desaparición del Cristo de Mena en 1931.
Reseña
284 páginas intensas de capítulos cortos, una obra coral que ha superado todas mis expectativas. Y es que la singular portada me hizo creer en un principio que estaba ante una novela gótica muy de mi gusto. Nada por tanto hacía presagiar este viaje iniciático por los arcanos de Málaga que, más que una ciudad, se vislumbra como un universo en el libro. Una obra equilibrada en la que se desgrana la leyenda del Guardián del Cementerio de una forma magistral. Con un estilo eficiente que crea una atmosfera de misterio. El gran mérito del autor es haber convertido una ciudad mediterránea en un lugar oscuro y tenebroso donde la muerte acecha en cada esquina. Empero, no estamos solo ante una simple investigación policial en una lucha eterna de buenos contra malos sino en el intento por entender las diferentes caras y aristas que tiene la maldad humana.
Mención aparte merecen los tres personajes fundamentales de la novela; Gisbert es un valenciano atormentado por la desaparición de su esposa. Un tipo que muestra sus demonios a cada paso. Palacios, en cambio, es un hombre racional cuya mente cartesiana debe enfrentarse a sucesos que se escapan de su comprensión. Pero el que más ha llamado la atención es el pelirrojo O´Donnell cuyo caustico sentido del humor lleva siempre a la carcajada. Además hay muchos personajes históricos en la novela que dan un alto grado de verisimilitud a la historia que da vueltas por esa Málaga de los tranvías, de la alta burguesía del Limonar y de los barrios populares de los Percheles y la Trinidad. Una Málaga que “huele a salitre y a desesperación” y que parece a un barco azotado por las mareas.
Sin duda, el otro gran logro de Calle Llorens no es solo desvelar el velo de Isis que cubre los secretos de Málaga, sino transformar sus arrabales en la mismísima Whitechapel, pero con un asesino mucho más letal que Jack el Destripador. Un elemento sorprendente que, una vez degustada la novela, te hace mirar a la ciudad con los ojos correctos y ni ella, ni uno mismo, volvemos a ser lo mismo. Como suele decirse; “Si no la han leído me la leen porque es muy buena”.
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