domingo, 30 de noviembre de 2025

¡JAQUE MATE!

 



A finales del siglo XIX, el pintor alemán Friedrich August Moritz Retzsch realizó una obra titulada "Checkmate". En ella representó a un joven jugador sentado frente al mismísimo diablo en un tablero de ajedrez. La expresión del muchacho es de derrota absoluta. Su alma está en juego y, según la posición del tablero, no le queda ni una sola jugada salvadora. O eso parecía.

Décadas más tarde, ya en el siglo XX, un grupo de visitantes recorría una galería en Nueva York donde se exhibía una copia de esta pintura. Entre ellos estaba un hombre tranquilo, de aspecto corriente, que observó el cuadro con más atención que los demás. No era un turista habitual: era un maestro de ajedrez, campeón retirado, acostumbrado a leer posiciones imposibles como quien lee un libro abierto.

Mientras los demás comentaban que el diablo había ganado la partida, el maestro frunció el ceño, se acercó y analizó cada pieza con cuidado. La leyenda decía que el joven estaba perdido. Que no había nada que hacer. Pero el ajedrecista vio algo que los demás no habían visto. Después de varios minutos, levantó la mano y dijo con calma:


“El cuadro está mal titulado. No es ‘Jaque mate’. Es ‘El Rey tiene todavía un movimiento’.”

Había descubierto que, según la disposición exacta de las piezas, el Rey del joven podía escapar, iniciar una secuencia improbable y darle la vuelta a la partida. El pintor había querido transmitir desesperación, pero en su composición había dejado, quizá sin quererlo, un resquicio de esperanza estratégica que solo un experto podía detectar.

La anécdota trascendió porque invertía la lógica del cuadro. Donde todos veían condena, él encontró una posibilidad. Donde otros miraban el gesto derrotado del chico, él miró el tablero. Lo fascinante es que el maestro no hizo nada sobrenatural: solo analizó. Pero el efecto fue tan poderoso que convirtió la obra en una metáfora sobre la percepción, el miedo y la capacidad humana de encontrar una salida cuando parece que no la hay.

Desde entonces, la historia ha sido contada por predicadores, profesores, psicólogos e historiadores del arte, pero su núcleo sigue siendo el mismo. A veces no hace falta luchar contra el diablo, basta con mover la pieza correcta.

Sergio Calle Llorens

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