LOS CRÍMENES DE FIDEL CASTRO

El 8 de enero de 1959, Fidel Castro entraba en la Habana saludando a una multitud entregada, entonces el cantante Cataneo del Trío Taicuba dijo lo siguiente: “Sólo se salvarán los que sepan nadar”. Desde ese momento, se le conoce como el profeta. Y es que el hombre acertó de pleno en sus fatídicas predicciones. 

Ha llovido mucho desde aquel lejano día pero lo cierto es que Castro puede ser considerado, a todas luces, un gran asesino. Algo normal en un régimen comunista. El propio Che Guevara ya lo dejaba bien clarito: “Debemos mantener el mismo entusiasmo y fe. Construir fábricas con nuestra mano izquierda, apuntar nuestros rifles con la mano derecha y aplastar gusanos con nuestros talones”.También Fidel afirmó que “la libertad no se mendiga sino que se conquista con el filo del machete”. Es diáfano que la palabra libertad en boca de un comunista no deja de ser un insulto a la inteligencia y, apenas queda restringida a los miembros del partido que esclavizan al resto de ciudadanos que, de facto, pasan a ser esclavos. En fin, como decía Lenin, “la libertad es un bien tan valioso que hay que racionarlo”.

Como soy un gran defensor de la democracia liberal y repudio tanto dictaduras de izquierda como de derechas, he decidido no racionar la narración de los crímenes cometidos por Fidel Castro y sus cómplices. Entre otras cosas porque hago mía la definición de Churchill sobre la abyecta ideología bermeja: “ El comunismo es la filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia, y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”.

Aunque es difícil destacar el crimen más cruel cometido por Fidel, lo cierto es que me llama poderosamente la atención el fusilamiento de 166 cubanos en mayo de 1966.  Los médicos cubanos del régimen  sacaron siete pintas de sangre por preso político. Cada pinta de líquido rojo fue vendida a los comunistas de Vietnam a precio de 50 dólares americanos. Tras la extracción, los pobres disidentes perdieron la conciencia por lo que fueron llevados en camilla a un lugar cercano donde fueron ejecutados.

Pero ya les digo, los crímenes comunistas son tan atroces que es difícil hacer una relación detallada. En  cualquier caso, les invito a visitar el proyecto del archivo cubano www.cubaarchive.org para que puedan ir a las fuentes que relatan ejecuciones sumarias. En este sitio encontrarán la cifra de 9240 víctimas del régimen de castro. Para figurar en el archivo mencionado los asesinatos fueron corroborados por dos fuentes independientes. Otras fuentes, sin embargo, multiplican este número por 10. Para muchos expertos, la cifra se eleva a 78.000 inocentes que perdieron la vida tratando de escapar del inhumano régimen cubano. Otros 5300 habrían perdido la vida luchando contra el comunismo en las montañas de Escambray. Por no hablar de los 14.000 cubanos que murieron en las aventuras revolucionarias de Fidel en Angola durante los ochenta. Es difícil establecer, en cualquier caso, el número exacto de víctimas del castrismo. Es cierto que el servicio de guardacostas de Estados Unidos y Cuba, y la mismísima universidad de La Habana hablan de unos 77.000 balseros muertos cuando trataban de arribar a las costas de Miami. Lo que si está documentado hasta finales de 20008, son los 5732 fusilamientos y desapariciones en Cuba. Además han quedado recogidas 515 muertes en prisión por suicido o extraños accidentes. Estos números deben, por supuesto, ser tomados con alfileres pues hay muchos casos de asesinatos que el régimen disfraza de “ataques repentinos de corazón”.

Lo que ha venido ocurriendo en Cuba tiene su origen en aquellas matanzas ordenadas por el Che Guevara en la fortaleza de la Cabaña donde llegaron a ejecutar a 1200 prisioneros. En muchas ocasiones, se ha optado por el ocultamiento y en otras, como el asesinato del chico de 15 años Owen Delgado en la embajada de Ecuador, se reconocen sin rubor alguno. Aquel día, agentes cubanos irrumpieron en suelo ecuatoriano y lo mataron a golpes en el mismo lugar donde su familia había pedido asilo político. Y si  han sido capaces de hacer en la embajada de otro país, a nadie extraña las 2199 muertes de prisioneros políticos en los presidios cubanos. Una de los casos más hirientes tuvo como víctima a Edmunda Serrat Barrios embarazada de 8 meses, a la que un guardia le pegó una patada en la barriga en una prisión cubana en 1981. La mujer perdió el bebé y la dejaron que muriera desangrada. El archivo cubano ha documentado 219 muertes de mujeres que incluyen las 11 que pasaron por el pelotón de fusilamiento y 20 asesinatos extrajudiciales.

España, bajo el mandato del iluminado de ZP, hombre tan enrollado como los billetes que se meten en los bolsillos los socialistas andaluces con los ERE, cambió la política exterior hacia el país caribeño. El motivo era tratar de ablandar al régimen cubano con el asunto de los disidentes. El resultado fue que éstos sufrieron una mayor persecución y las encarcelaciones crecieron. Pensemos que en Cuba existe una población con ansias de cambio, tal y como había pasado en la Europa del este cuando se sentaron las bases para librarse del yugo comunista. Eso lo saben los hermanos Castro, de ahí que la represión haya crecido exponencialmente. Como decía nuestro Séneca, no hay ningún genio sin un toque de clemencia. Y ni Castro, ni su régimen criminal han mostrado piedad con los enemigos, reales o imaginarios. Negar estos crímenes sólo puede ser consecuencia de la estrechez mental que origina casi infaliblemente la intolerancia por aquellos que pensamos de forma diferente y, por supuesto, aborrecemos la dictadura del proletariado. Puede que apenas hay un paso del fanatismo a la barbarie pero, no por ello, vamos a asustarnos y dejar de decir lo obvio; Fidel Castro es un criminal y el comunismo  el paraíso de los necios.

Sergio Calle Llorens