sábado, 5 de octubre de 2024

¡DEMASIADO HE AGUANTADO!

 



Tuve una vez un amigo pinturero que se parecía a Marty Feldman, pero mucho más feo. Un tipo al que le gustaba reírse de todos los defectos físicos de los demás. Tenía además deplorables gustos musicales que iban desde Siempre Así a los Romeros de la Puebla. Eso sí, disimulaba muy bien sus querencias tarareando canciones en inglés, aunque ni siquiera era capaz de dominar la lengua de Cervantes. De hecho, el tema comunicativo no era su fuerte porque cambiaba las tildes de lugar a la hora de hablar y así era imposible entenderle. Recuerdo que hartos de sus salidas de tono, nuestra pandilla le tendió una emboscada en un hotel del sur de cuyo nombre no quiero acordarme. De lo que sí me acuerdo, porque me produce carcajadas, es el día en el que le dejamos a la altura del betún ante sus jefes hablando de sus visitas a los lupanares. La venganza es un plato que se sirve frío. Con los años el tipo se ha vuelto, como todos, un poco más feo y pasa su tiempo con la horripilante de su mujer mientras hace fotos de su pene porque le dijeron que subiera a Wallapop todo aquello que no usa.

Otro conocido que me dio tardes de gloria fue un tipo pequeño cuyo pensamiento parecía sacado de un tratado filosófico del siglo XIX. Recuerdo que hablaba con un estilo alambicado. También tenía pasión por las frases rimbombantes. Curiosamente nunca cambiaba su discurso de cura de pueblo y le daba igual que su interlocutor fuese el jefe o el niño de la vecina. Decía cosas como cuando falleció mi tío o yo considero cada tres minutos. Le bautizaron como Tío Gilito porque era de la cofradía del puño. Sus familiares, que lo conocen bien, cuentan que cada vez que soñaba que cenaba en un restaurante se despertaba para no pagar. Para que se hagan una idea acertada de su tacañería les diré que una vez tuvo una novia durante unos meses, y cuando ella le dejó no se puso triste por el tema sentimental sino porque, ojito, tuvo que pagar la cuenta en un restaurante una noche en la que terminó practicando sexo recreativo sin ánimo reproductivo. Ebenizer Scrooge, ante de la visita de los tres fantasmas, era un tipo generoso y desprendido comparado con él.

En la categoría de féminas me viene a la memoria una chica que me dijo que le gustaba mucho cuando callaba y muy poco cuando reía. Yo tenía 15 años y ella ya tenía el espíritu de una mujer cansada. Muchas lunas después me hallé lidiando con mujeres del este que hablaban de la calidad de la cocina de su país cuya fama no es alabada en ningún sitio. Eso les daba igual. Hubo alguna que trató de demostrar las cualidades de su deficiente alimentación. Al final pude entender que una receta no tiene alma, es el cocinero quien debe darle alma a la receta. Y estas chicas la perdieron entre frías nieves. Ese polvo níveo que congela el entendimiento de aquellos que dicen ser de Europa, pero no rozaron, ni por el forro, la cultura grecorromana y el siglo de las luces porque malvivieron en la oscuridad soviética. En definitiva, unas desgraciadas cuyo ideal estético es un hombre con billetera extensa que las mantenga de por vida.

¡A resultas de todo esto puedo exclamar: demasiado he aguantado!

Sergio Calle Llorens

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