jueves, 1 de septiembre de 2022

¡LA SUPERLUNA

 


En agosto se juntan elementos que, maravillosamente combinados, dan lugar a escenas mágicas como los rieles de plata de la superluna en el Mediterráneo. Yo fui testigo de la escena en el profundo silencio de la noche. Creo que esperaba que alguna embarcación cruzase las aguas tranquilas del Cantal, pero sólo atisbé a vislumbrar el vuelo errabundo de algunas aves nocturnas. En verdad, es divertido pillar in fraganti al búho en plena acción cinegética, pero como tengo por costumbre pasar por la vida molestando lo justo, avancé a hurtadillas por el campo dejando a solas a la rapaz con su víctima. Después de todo, dos son compañía y tres es un número tan molesto como Elisa Beni, y que el Padre, el hijo y el espíritu santo sepan perdonarme.

 Cien mil estrellas brillaban en el cielo y el aroma de la dama de noche y del jazmín alfombraron mi noche de dichosos recuerdos.  Ternura perfilada de dulces veranos en la que abandonaba la seguridad de la casa familiar, llamada La Cabaña, iluminada por la temblequeante luz de las velas, y me sumergía en las aguas oscuras de la aventura.

 Entonces, en la contemplación, la luna me dio las claves del pretérito para soltar el lastre que me ha impedido volar alto en el presente. La luna también me reveló los árcanos y me abandonó después en la atalaya. Sentí, al recrearme en la escena, una paz infinita que todavía colma mi espíritu. Fue  un momento eureka en el que la brisa marina me acompañó en mi passeggiata sobre la hierba mojada. Noctiluca hizo su magia y las nubecitas de desparramaron en bandas en el cielo infinito.

La última luna de agosto dio paso al primer día del resto de mi vida. La superluna del esturión marcó mi camino lento y pausado por el peligroso desfiladero de mi existencia.

¡Al fin soy uno que no está para nada, pero que sirve para casi todo lo malo!

Sergio Calle Llorens

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