Hoy que la
brisa marina eleva en las esquinas la sonoridad vagabunda de la foresta
solitaria, he decidido escribir un artículo sobre el coronel Baños. Y lo hago porque desde los tiempos de Dolores Ibárruri- la pasionaria- no había visto a nadie defender a Rusia con tanto empeño y amor. En verdad, el militar en la reserva
acude, semana sí y domingo también, a la nave del misterio para ensalzar
a la China comunista a la que llama “régimen autoritario”. Sus palabras parecen recordar a ese padre que
riñe a sus hijos por traer malas notas del cole.
Baños obvia los miles de muertos o los represaliados por la
dictadura de Xi Jimping donde hasta el simpático Winnie the Pooh
está vetado. Para el “experto en
geoestrategia” estos son minucias, y no es raro verle llegar al orgasmo cuando
habla de los logros del PCCh: “ sacan millones de ingenieros al año, lanzan cohetes al
espacio, son mejores en todo que los norteamericanos”. Sin embargo, el coronel
deja sus mejores lisonjas para Vladimir Putin que, como sabemos, va dejando un reguero de
sangre por donde pasa: recordemos que Anna Politkovaskaya y Boris Berezovski fueron asesinados,
según apuntan las familias de las víctimas, por orden del antiguo espía de la KGB.
Vladimir
Kara- Murza,
periodista y opositor, tuvo más suerte al haber sobrevivido a dos intentos de envenenamiento
en los últimos años. Tampoco se puede olvidar el intento de asesinato de Navalny.
Un envenenamiento que el coronel Baños, inmune al ridículo, atribuye a
servicios de inteligencia de otros países en una operación de falsa bandera. Sin embargo, el 2 de septiembre de 202, el
gobierno alemán confirmó que el laboratorio especializado del ejército de su
país había encontrado pruebas inequívocas del envenenamiento de este opositor
ruso con un agente nervioso del grupo Novichock. Blanco y en botella.
Lo que no
puede negar Baños es que Putin ha metido en la cárcel a Navalny y sus
ONG- incluyendo su fundación contra la corrupción en Rusia- han sido prohibidas
por orden de Moscú. Natalia Zviagina, responsable de Amnistía
Internacional en ese país lo explicaba de esta manera: “El gobierno
de Vladimir Putin está respondiendo a la disminución del apoyo público con la
creación de una atmósfera de miedo y desesperación, en la que ha puesto a sus
rivales políticos entre rejas, los ha obligado a abandonar el país y ha prohibido
una tras otra las organizaciones contrarias al gobierno”.
Por
supuesto, nada de lo anterior parece relevante para el militar español que se
pasea de estudio en estudio defendiendo a su socio con tanta energía que
a veces, la mayoría de las veces, el personal no tiene que ir a los canales oficiales
del Kremlin para informarse porque basta con leer al señor Baños en twitter. Su
táctica es siempre la misma: primero reparte lisonjas a sus contertulios- lo de
llamar “Maestro” a Enrique De Vicente cada dos
frases es un clásico- y luego distribuye culpas por igual para terminar
ensalzando al amigo Vladimiro.
En las
últimas semanas Baños ha intentado reírse de aquellos que afirmaban que la
invasión de Ucrania estaba cerca. El día 29 de febrero tuiteaba con
sorna.
Domingo 20: ¿ultimátum a #Ucrania? #Putin, como es tan cruel y desalmando, igual hasta NO invade hoy #Ucrania para dejar en evidencia a #EEUU, #OTAN, #UK, y demás adláteres y palmeros Si no ataca hoy, es muy posible que #Biden nos dé la siguiente posible fecha: el ¡29 de febrero.
Pero la realidad ha vuelto a darle un guantazo
en la cara al militar español, porque, entre otras cosas, las tropas
rusas ya están dentro de dos territorios ucranianos con el cuento de que allí
se estaba produciendo un genocidio. Y
claro, esta semana trata de echar balones fuera, aunque está quedando como Cagancho
en Almagro.
Atento ahora,
caro lector, porque a Putin en Donetsk o en Lugansk , como a Hitler
en los Sudetes o en Polonia siempre hay que combatirlos. Y al
adulador de Vladimiro también.
Sergio Calle Llorens
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