viernes, 5 de diciembre de 2014

EL ENIGMA DE LA LITERATURA NÓRDICA


Hay hombres con mucha hambre de muslos mordisqueables que sueñan con Princesas de Disney sin saber, pobres de ellos, que la mayoría termina bebiendo como los Piratas del Caribe. De Escandinavia, decían nuestros mayores, arribaron infinidad de soberanas norteñas para aplacar las calenturas de los machos ibéricos. Sin embargo, aquellas tierras, como sus mujeres, lejos de ser el paraíso, se asemejan a una inmensa tarta, preciosa por fuera, pero que esconde diferentes venenos tras la segunda capa de nata blanca.

Los países nórdicos ocultan una tremenda violencia contra la mujer que supera, aunque la mayoría no lo crea, a la de los países meridionales. En la actualidad, al menos, una mayoría conoce esta realidad gracias a las novelas de misterio que han impactado en lectores de todo el mundo. Ese estado de cosas, he recogido de una forma magnífica por diferentes generaciones de escritores escandinavos. Historias llenas de frío, misterio, decadencia donde cualquier desgracia puede ocurrir. La ausencia de luz es parcialmente responsable de este éxito global en el mundo literário.

Comencé a leer literatura noir escandinava cuando vivía en Odense- Dinamarca. Una tierra obsesionada por la ausencia de sol, con sus nieves blancas y sus perfectos escenários para un asesinato. Peter Hoeg, autor de Miss Smilla`s felling for snow, un escritor con querencia por las descripciones sesudas que usa con  maestría a la hora de explicarnos los diferentes tipos de nieve que existen . Hoeg y Stieg Larsson tenían el mismo editor y eso, supongo, debe significar algo. El sueco, por su parte, ha creado con su Millenium una obra peculiar muy femenina y feminista en la que su heroina, un personaje tremendo, se venga del hombre que la viola. Una hacker muy brillante pelirroja que se tiñe su pelo de moreno que, entre otras cosas, parece sacada de un concierto de Hard Rock o de una orgía. Sociopta, bisexual, brillante que ayuda a un periodista a resolver un caso que toca el movimiento fascista sueco. El propio Larsson fue un periodista de investigación que se jugó el cuello por descubrir los tejemanejes de los nazis de su país. De hecho, Stieg viajó al Reino Unido para compartir sus conocimientos sobre el tema con Scotland Yard. A través de su protagonisa, Larsson lucha contra los demonios que amenazaban y, amenazan, a Suecia. Curiosamente, en la única entrevista que dio sobre su trabajo- murió antes de que sus novelas se convirtieran en un fenómeno mundial- señala que Pipi Langstrum fue la inspiración para sus novelas. En cualquier caso, Lisbeth Salander es su ángel vengador. La inusual heroína de sus novelas cuyas andanzas suponen la historia de alguien que lo tuvo todo en contra pero ganó. Las hazañas de una mujer que no encaja en la sociedad porque, sencillamente, está podrida hasta sus cimientos. A pesar de todo, los lectores queremos que ella, con su violencia y su falta de piedad, triunfe sobre aquellos que la han hecho tanto daño. Por su parte, la protagonista del danés Hoeg- Smilla- también comparte esta sociopatía de Salander.


Un poco más al norte, Arnaldur Ingridason escribe para personas que entienden los peligros de Islandia, un lugar donde la gente puede perecer en cualquer momento a manos de la imponente naturaleza; secretos oscuros cuya resolución no nos hace sentir mejor si estamos viviendo bajo el embrujo escandinavo. Maj Sjowall y Per Wahloo son dos autores que rompieron moldes con sus diez novelas publicadas. De ideología de izquierdas, sus novelas versan sobre el fracaso de la socialdemocracia sueca. Su detective, Martin Beck que dirige una unidad contra el crimen nos desvela una sociedad enferma y, en cada caso, nos muestras  los problemas de aquellos a los que no puede salvar, aunque lo intenta, el papa Estado. Como todos los detectives nórdicos, es un gran policía pero que es incapaz de llevar una vida familiar o profesional normal Probablemente, estas novelas son mucho más creíbles que las de Agatha Christie y, no es difícil identificarse con el bueno de Beck; el antihéroe, al contrario de lo que ocurre con mi admirado Hercules Poirot. La última novela de la pareja fue terrorista en la que, de forma premonitoria, versa sobre un crimen de Estado, anticipando el asesinato del primer ministro sueco; Olof Palme. Un crimen sin resolver que es como una herida abierta en el país que, lamentablemente, sigue sangrando y a la que recurren indefectiblemente muchos autores de esas tierras.

Sin embargo, Wallander es el detective escándinavo que mejor personifica la soledad, la incapacidad para ser feliz, la tremenda frustración por haber fracasado en todos los aspectos de la vida, con la excepción del profesional y, eso lo hace más grande porque a pesar de todo, en vez de escapar, sigo sumido en su vida miserable y triste. En la versión televisiva podemos ver al personaje observando a sus vecinos desde su casa mientras suena música de ópera, lo que acrecienta su soledad. Para la poseteridad queda el papel de la hija de Wallander interpretado por Johanna Salstrom que se suicidó tras perder a su hija en la vida real. Tras el episodio, Mankell no tuvo fuerzas para escribir más sobre crimenes y los problemas que acechan hoy a Suecia.

De la nueva hornada, me quedo con el autor de The Snowman, Jo Nesbo, cuyo detective Harry Hole, a pesar de investigar los asesinatos de varias mujeres en Oslo, parece tener un cierto aire americano. Tal vez, sus novelas no están teniendo en España el éxito de la escritora sueca, Camilla Lackberg, con su pareja de tortolitos resolviendo crímenes cada semana. En cualquier caso, podemos concluir que algo huele a podrido en los reinos escandinavos. Y, gracias a sus narradores de novela negra, conocemos  las miserias de una sociedad que no aparecen en los folletos de turismo. La literatura criminal nórdica acudía a mi mente cuando debía cruzar aquel bosque para llegar a la Universidad de Odense. Con  todo la foresta nevada y, el silencio como única compañía. Aún hoy, pensar en ello, me pone los pelos de punta. Y para los amantes del misterio, como saben, no hay nada mejor que la sensación de miedo.

Sergio Calle Llorens

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