viernes, 11 de octubre de 2013

LOS SINDICATOS

El Real Madrid de Florentino ha gastado 800 millones de euros para ganar únicamente una liga y una copa. Tras poner de patitas en la calle a Del Bosque, el equipo merengue protagoniza, muy a su pesar, el mayor de los ridículos más grandes de la historia del deporte. El mismísimo Mourinho ganó más como traductor del Barça que ejerciendo de primer técnico del club de Concha Espina. Sólo los fanáticos de la secta blanca son capaces de defender en público las miserias de un club que, si no fuera por Bankia y las conexiones políticas, hace tiempo que estaría jugando en segunda B. Algo similar ocurre con los sindicatos, con su permanente latrocinio de las cuentas públicas a los que tan sólo defienden los entregados a la causa.

No importa que la Junta de Andalucía haya recuperado una mínima parte del dinero defraudado con los cursos de formación. Ellos, erre que erre, siguen afirmando que de su investigación realizada por una comisión anónima, no se desprende nada ilegal. Lejos de pedir perdón, acusan a la Juez Alaya de volver a los tiempos del dictador Franco. De sus declaraciones se desprende que todos los acusados son culpables pues, sólo de esa manera se pueden entender unas afirmaciones tan burdas para justificar lo injustificable.

En la UGT- unión general de trincadotes- no hay ni el más mínimo atisbo de arrepentimiento. Les han pillado con las mariscadas, los maletines y los puros pero la culpa, según su versión, es de la pérfida derecha que no les perdona su existencia. Nada de dimisiones, ni de devolver el dinero a los parados.

Fuera de los límites geográficos de la república bananera de Andalucía, Almudena Grandes se mete con la femineidad de la Juez Alaya. Tras sus declaraciones en las que afirmaba que las monjas violadas por los milicianos en la guerra civil sentían verdadero placer, la madrileña demuestra que el humanismo no es lo suyo. En realidad, no sé muy bien como explicar a las mujeres últimamente. A mí, por ejemplo, cuando una fémina se enfada conmigo me insulta y me desea la muerte y, a los políticos españoles, les enseñan los pechos.

Volviendo a la patética Andalucía, la presidenta elegida a dedo, ofrece un pacto a Rajoy contra la corrupción. Ya sabemos, por experiencia, que en las tierras del sur cuando algo no funciona, se hace un pacto. Recordemos; el pacto por el empleo, el pacto por la movilidad, el pacto por la vivienda, el pacto contra la violencia de género. Todos ellos consisten en reunirse los responsables políticos de izquierdas con sus sindicatos para retratar sus hinchados rostros. Al día siguiente, la imagen dará una vuelta por las rotativas de la prensa subvencionada. Ni que decir tiene que ninguno de esos pactos ha servido para solucionar ni un solo problema, pero los andaluces son muy fáciles de engañar.

Los sindicatos nos han estado estafando durante demasiado tiempo. Era y es un secreto a voces. Sin embargo, la novedad radica en el hecho de que mientras la comunidad de Madrid ha decidido dejar de subvencionar los cursos de formación para parados, en la taifa del sur los socialistas seguirán mandando dinero a los ladrones que la maravillosa señora Alaya envía a prisión. Debería cundir el ejemplo y que sean los afiliados los que paguen los vicios de esa pandilla de degenerados. Propongo el pacto contra la estupidez andaluza. No valdrá para nada, como casi nada en el reino de la eterna chalaura.

Sergio Calle Llorens

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