sábado, 3 de agosto de 2013

SACRIFICIO


Hubo un tiempo en el que los españoles asombramos al mundo con nuestros relámpagos. Hoy, en cambio, somos el pasmo del mundo civilizado pues intentamos, sin conseguirlo, destruir a la nación más antigua de Europa. El problema no es que existan los nacionalismos periféricos, ni que se hayan acostumbrado a quemar nuestras banderas y a cachondearse de nuestros muertos. Véase el diario nacionalista Punt con sus viñetas acerca de la tragedia ferroviaria de Santiago. El problema es que hasta ahora todo les ha salido gratis. Y todo porque son pocos los que están dispuestos a sacrificarse. No se trata de embestir al enemigo cuan carnero castellano sin encomendarse a Dios o al mismísimo diablo, sino de presentarles batalla donde más les duele; la economía. El sacrificio pasa, en mi modestísima opinión, por suprimir todas las autonomías que no tengan una lengua propia y gobernar nuestros territorios a través de las Diputaciones. Ahorraríamos en diputados regionales, cargos de confianza, chupatintas y chupapollas. Todo nuestro dinero debería ir entonces al fomento del empleo, a la recuperación del mercado único y, con seguridad, en unos años habríamos superado a Cataluña que, de paso, vería reconocida su derecho diferencial a costa de su desarrollo económico. Pero para cuando se hayan querido dar cuenta, la cosa no tendrá remedio.

Los catalanes nacionalistas caminan hacia la destrucción de su propio territorio. Y en ese contexto, andaluces, extremeños o manchegos podrían revertir la situación económica para adelantarles en desarrollo. Dejemos que ellos recorran su avenida y nosotros a lo importante. Dejemos que se arruinen con una media sonrisa dibujada en la cara. Nos hablarán de Escocia como ejemplo a seguir por Cataluña sin saber que esa nación ha seguido existiendo durante toda la historia pero que hay  tres en una; Lowlands, Midlands y Highlands. Otras veces, se compararán a Quebec o a Kosovo pero usted no se inmute, siga trabajando hasta que no tengan más opción que pedir el rescate y entonces, ya les digo, será el momento de imponer condiciones. Por lo tanto el sacrificio debe ser dejar el café para todos y pasar, como no podía ser de otra manera, las banderas españolas volverán a ondear en Cataluña. Eso sí, tenemos que sacrificarnos ahora, o nunca.

Sergio Calle Llorens

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