lunes, 12 de noviembre de 2012

LA EVOLUCIÓN ANDALUZA



Desde el principio de los tiempos la humanidad ha prosperado al dividir el trabajo entre los mejores. Los que sabían pescar, se dedicaban a atrapar peces. Aquellos que cazaban con maestría, traían carne fresca al campamento y así, cada grupo se iba especializando en cualquier labor que fuera útil para la comunidad. En consecuencia, no había ningún constructor de casas cultivando la tierra porque, sencillamente, su habilidad estaba en la construcción.  Tan simple y tan efectivo. Con la especialización llegó, como digo, el progreso.

Así ha sido siempre menos en Andalucía. Aquí los hospitales los dirigen personas cuyo talento reside en el uso de la lengua, los metros como el malagueño eran planificados, hasta hace muy poco, por un biólogo, y los periodistas que unen líneas de información tienen como única virtud no molestar a sus amos socialistas, esos que les compran con la publicidad institucional. Hay más;  En turismo nos meten un clon de Lenin, pero algo gangoso. En Obras Públicas a una mujer que sabe del tema lo mismo que Falete de física cuántica. La prosperidad no llegará al sur hasta que los andaluces coloquen en puestos de responsabilidad a personas valiosas y, al mismo tiempo, envíen a Valderas a limpiar culos, y a María Gámez a barrer las playas del mediterráneo. Les aseguro que esta última podrá terminar la tarea encomendada antes que la secta del capullo nos haga el saneamiento integral de la Costa del Sol.

Tal vez, después de todo, hayamos de reconocer que los dirigentes de Andalucía son descendientes directos de la babosa aquella del pleistoceno. De ahí su escasa inteligencia. La taifa, seguro, es el paraíso de los necios sin remedio y, sobre la necedad humana se han escrito kilómetros de líneas en todas las épocas. George Herbert, poeta galés, acertaba al destacar que nadie es necio siempre, todo el mundo lo es a veces. Sin embargo, esta definición no se puede aplicar a la Junta de Andalucía cuyos dirigentes parecer estar cómodos demostrando al planeta que jamás hubo nadie que les superara en idiocia. No nos engañemos, la evolución no ha llegado a la tierra del paro. A mí sólo me queda volver a pedir que paren Andalucía, que me quiero bajar de una puñetera vez.

Sergio Calle Llorens

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