Soy escritor, investigador, guionista, profesor de idiomas y muchas cosas más que no caben aquí. También tengo una sección en Espacio en Blanco de RNE. El mundo se divide en dos categorías, los que tienen el revolver cargado, y los que cavan, tú cavas.
jueves, 21 de julio de 2011
LOS TERCIOS Y EL 15-M
Hoy, queridos amigos, la gente vive en una crisis mundial sin precedentes, y mucho más en España donde los niveles de desempleo y el latrocinio institucionalizado de una casta política que se comporta como garrapatas, amenaza con llevarse todo por delante. Ante esta debacle, podemos ver a mucha gente resistiendo, abriendo negocios, arriesgando el patrimonio y convirtiéndose en emprendedores. También hay ya quien emigra a otras latitudes. Esta valiente minoría es consciente de que en España para llevarse el botín hay que arriesgar el tipo y asaltar las murallas de una ciudad o de un castillo, aún sabiendo que siempre serán otros los que se cuelguen las medallas. Aún así, siguen empeñados en mover el florete y vender cara la piel. Ocurría con nuestros soldados de los Tercios que todo lo sufren en cualquier asalto; sólo que no sufren que les hablen alto. Gente dispuesta a acuchillar y a que le acuchillen. Personas que intuyen que el gobierno de turno y sus validos no harán nada por ellos. Antes el dinero servía para pagar guerras religiosas y sin sentido que arruinaban las arcas de la España en la que no se ponía el sol. Una nación que iba proyectando de sombras el camino español hecho de plata americana que se embolsaban los avaros banqueros genoveses. Como ven, hoy nos enfrentamos a los mismos perros con distinto collar y distintos nombres, pero no lo duden, son los banqueros de entonces, y La España de las autonomías la carga impositiva de antaño. Lo triste es que más de trescientos años después el mismo pueblo que dominó el mundo sigue con un retraso cultural evidente que le impide salir del ostracismo. Seguimos, por tanto regidos por paralíticos de la voluntad, ya se hagan llamar Felipe IV o Zapatero el embustero. En ellos hallamos la misma dejación de deberes, Cataluña al borde de la secesión y el estado en bancarota. Al menos entonces tenían a Calderón de la Barca, a Quevedo y al Fénix de los ingenios. Y por qué no decirlo, a un ejército dispuesto a batirse. Hoy, en cambio, “miro los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados de la carrera de la edad cansados por quien caduca ya su valentía”. Y al hacerlo miro a un país que da sus últimas bocanadas. Porque para ganar cualquier guerra- y esta lo es- hay que tener voluntad de hacerlo y luchar hasta la última gota de sangre en los campos de batalla, y no concentrándose en una plaza para llenarla de mierda e intoxicarnos con propuestas delirantes. Sí, el mundo siempre bendice a los valientes y los grandes éxitos se logran trabajando duro y dejándose la piel en el intento. Todo lo contrario de lo que proponen los chiripitiflauticos del 15- M. No es cuestión de talante, sino de talento, no es razón de ideología, sino de valentía. La misma de la que carece toda una generación educada en el relativismo moral. Por eso, tal como entonces, no queda sino batirnos. Sí, por nosotros, por España.
Sergio Calle Llorens
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