En Europa
tenemos al Rapid de Viena, al Rápido de Bouzas y al rápido de Pedro Sánchez
cuya celeridad a la hora de huir de los incidentes de Valencia no tiene
parangón en la historia de nuestra democracia. Al amado líder del PSOE no
le importó dejar atrás a los Reyes de España sin pensar en las posibles consecuencias
de su vil acto. Si eso es capaz de hacer con el primero de los españoles,
imaginen que no haría con los ciudadanos normales en una situación de riesgo. En
cualquier caso, verle huir cogido de la mano de sus guardaespaldas por haber sido supuestamente alcanzado
por un palo- no hay ninguna imagen que lo demuestre- es un acto de justicia
poética. El tío estaba asustado, con el rostro descompuesto y recordaba a un
infante en su primer día de colegio. Le faltó llorar y gritar aquello de mamá
tengo mucho miedo.
Sánchez nos demostró de la pasta de la que
está hecho; la cobardía y, como buen miedoso, es incapaz de amar porque ese
sentimiento está reservado a los valientes de espíritu. Pedro, que está
encantado de haberse conocido, sólo tiene adoración por su persona. El
presidente escapó a toda pastilla mientras Felipe VI y la Reina Letizia
aguantaban el tipo. Hubo dos momentos
mágicos a mi entender. El primero se dio cuando el Rey se negó a que le
protegieran con el paraguas cuando más barro les lanzaban. El segundo fue ver
cómo la pareja Real, a pesar de todo, mostraba cariño y empatía con los
damnificados de las riadas. Los Reyes caminaban sin prisa y Sánchez
huía apresurado. Es, sin duda, la imagen de la legislatura. Un momento detenido
en el tiempo que nos recordará siempre quienes son nuestro faro en una noche de
tormenta, y quien es el pirata que escapa.
El marido
de Begoña también tuvo prisa en ayudar a Marruecos cuando un
terremoto golpeó ese cochambroso país. También fue tan rápido como el
Correcaminos a la hora de ordenar que la unidad de élite de la Guardia Civil
se desplazase a Valencia para detener a los que destrozaron su
coche. Nuestras prioridades vitales nos
definen como personas. Por ello, el presidente tiene sus prioridades y los españoles
las nuestras; la primera es echarlo y la segunda meterlo en la cárcel. Pero rápido
y veloz.
Sergio Calle Llorens
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