jueves, 13 de enero de 2022

¡GRANADA HA MUERTO!

 


Granada es una ciudad de palacios, de iglesias coquetas, de conventos. La capital que tiene el monumento más importante de EspañaLa Alhambra, y el mirador más bello que crearon los hombres: el de San Nicolás. Sin embargo, caminar por sus calles es atravesar el silencio estremecido que quizá surja de su agónica decadencia.

Curiosamente la historia granadina más importante tiene que ver con dos sepulturas: la de los Reyes Católicos, archiconocida, y la de Federico García Lorca, ignota. La muerte luctuosa del poeta dio paso a una psicología tenebrosa. Es como si sus habitantes arrastrasen un sentimiento de vergüenza por el asesinato del autor de Bodas de Sangre. El pecado original es una afección paralizante porque, justo es reconocerlo, la poesía de sus autores, que arribó después de su muerte, es cursi y mala a rabiar. Pero el granadino no sólo acarrea esta pena, sino que ha tenido que padecer el tormento de la autonomía andaluza para entender su declive.  Deterioro literario. Ocaso empresarial. Degeneración ferroviaria. Descomposición turística. En este sentido cabe resaltar que dejas la bella Nerja para adentrarte en la Costa Tropical y es como llegar a otro mundo, a un mundo detenido en el tiempo. Concretando; Granada sigue anclada en 1986.

En verdad Granada lo tiene todo, pero es la nada. Es difícil encontrar una idea política en el viejo Reino que se tenga en pie. Al menos hasta que alguien propuso separarla de la taifa del sur que ha significado centralismo, arbitrariedad, desorden y una inmensa corrupción. La Andalucía socialista dio para mucho. El resultado es que Granada dispone de un aeropuerto de regional preferente, sin tráfico aéreo y, obviamente, sin pasajeros. Granada pierde conexiones ferroviarias y población cada año mientras otras provincias le ganan por goleada.  Incluso soporta que la única estación de esquí del sur de la península, Sierra Nevada, sea gestionada desde Sevilla.  Un despropósito.

Sinceramente creo que lo del Granadexit terminará en nada. Dios quiera que me equivoque, pero, de momento ,sólo atisbo mucha gesticulación inútil y ningún plan maestro.  Al final, al margen de los sentimientos, está el dinero y todo el mundo tiene un precio.  Imagino que mucha gente no estará feliz con lo que aquí dejo escrito sobre Granada, pero si yo quisiera contentar a todos, ustedes sepan perdonarme, me metería a vender helados y no escribiría ni una línea.

Sergio Calle Llorens

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