domingo, 13 de diciembre de 2015

SEXO ANAL


A la señora María nunca le entusiasmó la idea de practicar sexo anal.  Pensaba, de hecho todavía lo piensa, que eso de que le metan un objeto en su ano es algo muy doloroso. Por eso, cuando su legítimo esposo le propuso  esa modalidad en el tálamo, comenzó a ponerse muy tensa. Buscó ayuda en un cielo azul que competía en excelencia con el turquesa que adquiría el mar en la bahía. En principio, él no le insistió mucho pero luego, una vez  su amorcito terminó las confituras que, como todo el mundo sabe, presentan sus mejore matices con los primeros fríos, volvió a la carga.

Le prometió que si le dejaba hacer, él la ayudaría con las tareas de casa. Incluso le prepararía la cena un par de veces por semana. La mujer que, aunque enamorada, no era nada tonta, se negó en redondo. Entonces el esposo comenzó a afirmar que había aprendido una forma de penetrarla sin que le causara el menor dolor. Empero, María dijo que naranjas de la China y se preguntó de dónde venía esta obsesión por ese agujerito en cuestión cuando ella disponía, y a su disposición, de dos boquetitos más con los que hacía maravillas. José Manuel, que así se llama el señor, alertado de que su cuchicuchi no iba a permitir que se saliera con la suya, redobló las promesas;

-          Le pagaría dos sesiones de peluquería por semana.
-          Le costearía unos pendientes al mes.
-          El viento jamás volvería a darle de cara en la bicicleta.
-          Permitiría que su madre, esa suegra tan pesada, pasara un mes al año en el domicilio.
-          Dejaría de vocear los sábados en compañía de sus amigos viendo el fútbol.
-          Una sesión de Spa trimestral en ese hotel tan coqueto junto a la playa.
-          No volver a decirle a su hermano- su cuñado- que era un gordinflón y un gurrumino.
-          La mejor educación para los niños.
-          Seguro Médico a todo riesgo.
-          Un sueldo de ama de casa.

Finalmente María, la pobre, dio por buena la propuesta y se puso mirando a Cuenca para que su maridito pudiera practicar eso que tanto anhelaba. Como sospechaba, y a pesar de los intentos del hombre, aquello le dolió horrores.  La pobre trataba de pasar el mal rato pensando en los buenos momentos que tendría disfrutando de su madre en casa, mientras le hablaba de los cuidados que le profesaban en el hotel y en la peluquería. Pasadas tres semanas, nuestra protagonista femenina vio que el cabronazo de José Manuel no había cumplido ni una de sus promesas. Es más, incluso tuvo que comprar ella misma los profilácticos y, aguantar también que el machote de su marido invitara a los colegas para que fueran testigos del acontecimiento.  Hoy, María es una mujer humillada con el culo muy dolorido, que no puede seguir esposada a un hombre tan perverso.

Probablemente usted, querido lector, estará sintiendo una empatía por María tras conocer su caso de primera mano. Por lo tanto, espero que ahora  entienda mucho mejor a todos aquellos que declaramos que estar bajo el yugo de la Junta es lo más parecido a que nos den constantemente por detrás. Como la buena de María, queremos poner fin a esa práctica tan lastimosa. Contamos con su colaboración para conseguirlo. Muchas gracias.


Sergio Calle Llorens

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