miércoles, 20 de mayo de 2015

DE DERROTA EN DERROTA


Los países anglosajones suelen ganar  porque sus gobernantes  temen a los intelectuales capaces de hacerles caer. De ahí que se esmeren tanto. En Andalucía, en cambio, no existe una intelectualidad digna de ser llamada como tal. Los articulistas son de clase baja, o muy baja, y toda la crónica política se basa en la informentira que esconde las miserias de la taifa del sur. En cada frase demuestran lo poco que han viajado y,  lo poco acostumbrado que están al  consumo de champagne francés. Un desastre sin paliativos.

El problema regional también reside en la inexistencia de sociedad civil crítica con el poder. Una gran mayoría de andaluces, simplemente, desconoce como funciona el mundo y camina de derrota en derrota hasta el final de los tiempos. Que sólo en Cádiz y en Málaga hayan tenido círculos mercantiles desde tiempo inmemorial mientras el resto de territorios se conformaba con los ganaderos, lo dice todo aunque gran parte no entienda nada de lo que aquí dejo escrito.

 Falta cultura con mayúscula. Escasea la tensión por alcanzar cotas mayores. Manca finezza porque la turba jamás ha entendido lo que significa andar por Vía Venetto pero, obviamente, lo que sobran son los modelos sociales y culturales que vende Canal Sur.

La ausencia de liberalismo es total en las desgraciadas tierras del sur. La política activa se basa en  la subvención de observatorios, amigos, vagos y maleantes y, mientras más subvenciones haya, más mísera será Andalucía. Las tres últimas décadas deberían servir para huir del socialcretinismo que nos ha llevado hasta aquí pero, el andaluz es de un empecinamiento infinito.

Colectivamente, los andaluces sólo son capaces de vanagloriarse en romerías, fiestas y semanas santas. Individualmente las agallas sureñas suelen menguar de la misma forma que desaparecen los efectos del cubata. Hay una relación intensa entre nuestro estilo de vida y todas las veces que hemos hincado la rodilla.

 Si Andalucía fuese un ejército se entregaría una y otra vez a que el General les llevase al matadero una y otra vez. Si la taifa fuera un equipo de fútbol, jugaría en regional preferente. Empero, Andalucía es una autonomía cuyos dirigentes sólo tienen talento para meter la mano en la caja de los presupuestos. Dirigentes que salen del pueblo y vaya pueblo.

 Aquí, los abogados piden que les pagues en negro. Los empresarios, nada más ganar tres duros, se compran un coche para fardar entre los amigos. Los sindicalistas, que andan de mariscada en mariscada, se ríen de esos mismos trabajadores a los que dicen defender.

Mientras no digamos la verdad, Andalucía está condenada al hundimiento. Y la certeza es que navegamos en un mar de falsedades. Seamos francos aunque sea por una vez; el destino no hace visitas a domicilio y si queremos asaltar esa nave que se llama triunfo, habrá que matar por ello o morir en el intento. Ya lo dijo Wisnton Churchill; “no tengo nada que ofrecer sino sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas”. De no entenderlo, nos espera un infierno eterno y oscuro.


Sergio Calle Llorens

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