viernes, 13 de marzo de 2015

GUY FAWKES


Prometí a mi amigo Fernando Mondragón, al que retraté en mi novela Memorias de un prepucio colorado, un artículo sobre Guy Fawkes. El asunto tiene su cosa porque creo, el otrora mod desconoce la historia que se esconde sobre el personaje cuyo rostro es usado como símbolo de Anonymous. Por tanto, espero que el bueno de Fernando, al que considero un hermano, aproveche estas líneas algo más que sus estudios de árabes ya que, de momento, solo ha conseguido dominar el farfullín de Casarabonela.

Guy Fawkes ha pasado a la historia de Gran Bretaña como un terrorista que en 1605 quiso saltar por los aíres el parlamento británico. Un complot que es conocido en inglés como The Gunpowder plot. Una conspiración que de haber triunfado podría haber cambiado la historia del mundo. Los niños ingleses suelen cantar aquella canción de "Remember, remember the 5th of November", para pasar después a quemar un muñeco que simboliza a Guy Fawkes y a todos los que en el Cementerio londinense de St Paul fueron torturados, abiertos en canal y colgados como castigo a su intento de asesinar a todo la cámara de los Lores junto a toda la familia real inglesa. Sólo Fawkes se salvó de ser descuartizado vivo como el resto de sus compañeros porque logró saltar del cadalso con la cuerda al cuello para romperse el cuello.  Todos los ajusticiados eran católicos. Todos habían sufrido las persecuciones y la pérdida de derechos por seguir fieles a Roma. La lista de prohibiciones desde los tiempos de Isabel I era larga:

-No podían alejarse más de cinco millas de sus domicilios.

- No podían asistir a misa.

- No podían ejercer cargos públicos.

-No podían educar a sus hijos en el catolicismo.

El objetivo de estas medidas era erradicar a los seguidores de esta religión de Gran Bretaña en una generación. Jacobo I, hijo de María Estuardo, endureció las medidas anti-católicas y, es en este contexto, donde nace la conspiración que trataba de eliminar a todo el establishment inglés responsable de esta persecución religiosa.

Guy Fawkes, al que gustaba de llamarse Guido, había apoyado la invasión española de Inglaterra tres años antes. Incluso había luchado en los tercios españoles en las provincias holandesas. Muchos de los conspiradores también eran partidarios de la causa de España. Thomas Percy fue el que convenció a todos para iniciar la conjura. El mismo entró a formar parte de la guardia personal del Rey. Así pudo alquilar una casa junto a la Casa de los Lores. En la otra orilla alquilaron otra vivienda desde donde tenían la intención de trasladar la pólvora remando en pequeños barcos. Guy Fawkes adoptó para la misión el nombre falso de John Johnson, haciéndose pasar por sirviente de Percy. Diez años luchando enrolado en el ejército de Flandes le hacían ser el hombre ideal pues era experto en explosivos.

Los conspiradores se enfrentaron a dos problemas esenciales. El primero fue el de los continuos cambios de fecha de la apertura del parlamento. Y el segundo, pero no menos importante, radica en el hecho de que poco a poco se fueron uniendo a la trama más personajes. Esto último implicaba mayor riesgo de que hubiera alguna filtración como así ocurrió, si creemos la versión oficial, que ya es mucho creer. En cualquier caso, se sabe que llegaron a informar al mismísimo Papa que puso objeciones al número de víctimas que provocaría el atentado. A finales de octubre, todo estaba preparado. El mismísimo Fawkes había conseguido colocar la pólvora en el sótano de la casa de los lores. El plan era encender la mecha, cruzar el Támesis y huir de Inglaterra para informar de la operación a los monarcas europeos. El resto de los conspiradores iniciaría con sus huestes un levantamiento popular católico. Sin embargo, la cosa terminó de torcerse cuando una carta anónima alertaba de la operación a Lord Monteagle. Al parecer, uno de los conspiradores quiso salvar de la muerte a sus amigos. Huelga decir que la cosa no está nada clara porque la carta dice exactamente donde iba a tener lugar la conspiración cuando, por supuesto, habría bastado con advertir del peligro pero sin desvelar todo. El caso es que el 5 de octubre Guy Fawkes fue descubierto en el sótano con los barriles de pólvora. El resto es conocido; torturas en la Torre de Londres y las ejecuciones de los conjurados. Empero, la verdadera historia de la conspiración de la pólvora que no llegó a prender, está por escribir.

El problema es que las fuentes que se podrían usar para conocer la verdad son muy sesgadas y, no hay duda de que la conspiración sigue envuelta en un halo de misterio. Probablemente no conoceremos jamás si es cierto que llegaron a construir un túnel que llegaba al parlamento pero que, al sentirse descubiertos, lo abandonaron. Otro enigma es el de la firma de Guido tras los interrogatorios no coincide con la suya. Empero, la respuesta podría encontrarse en su estado físico tras las torturas. Lo que sí parece claro, en mi modesta opinión, es el papel que desempeñó Robert Cecil, ministro de Jacobo I que apoyó en secreto la rebelión desde el principio buscando la excusa perfecta para infringir un golpe definitivo a los odiados católicos, como así ocurrió. Hoy, la Fiesta perpetua del 5 de noviembre en Inglaterra sigue recordándonos el tremendo anti catolicismo de Gran Bretaña. 

 Para explicarle al inteligente lector la versión oficial de la conspiración de la pólvora debemos tornar nuestros ojos a aquella fría mañana del 30 de enero de 1605 cuando el verdugo clavó el órgano más vital de uno de los ajusticiados en una espada para gritar al gentío que allí se congregaba: "He aquí el corazón de un traidor". A lo que el cadáver replicó; "mentís".

Sergio Calle Llorens

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