martes, 7 de octubre de 2014

EQUUS AFRICANUS ASINUS: ALTAMIRANO


Soy consciente de que mi afirmación de que Andalucía es una República Bananera levanta ampollas. Por ello, he decidido escribir en mi columna de hoy al respecto para aclararles a esos cretinos invidentes lo que es evidente para todo ciudadano inteligente.

Las Repúblicas bananeras se caracterizan por tres cosas. La primera se basa en el hecho de que la corrupción es la norma y está amparada por aquellos que ostentan el poder. Es más esos mismos gobernantes no tienen ningún interés en acabar con ella. La segunda característica es que los dirigentes están más preocupados de beneficiar a determinadas empresas que en el bienestar de los ciudadanos. La tercera cualidad que define a un territorio bananero es que la voz de los ciudadanos críticos es silenciada por el poder y, sólo aquellos que informan en posición genuflexa a la hora de informar reciben  todo tipo de parabienes.

Es evidente que todas estas características se dan en Andalucía, región que tras recibir una lluvia constante de millones para el desarrollo sigue siendo región 1, o lo que es lo mismo, subdesarrollada. A día de hoy, desgraciadamente, estamos más cerca de Guinea Ecuatorial o de Venezuela que del Reino de Dinamarca. En nuestra taifa bananera se contratan a hijos de grandes gerifaltes de la secta del capullo- véase Paula Chaves- para mediar con el gobierno andaluz y obtener subvenciones millonarias. Algo que acontece con regularidad en la gran mayoría de países africanos En resumen, que la corrupción es la norma en Andalucía gracias a las prácticas mafiosas y gansteriles del PSOE andaluz.

A pesar de las evidencias de corrupción como los cursos de formación o los ERE fraudulentos, todavía hay papanatas que se ofenden cuando pongo el dedo en la llaga. Ayer mismo, Pedro Altamirano, representante de un andalucismo trasnochado, me insultaba por las redes sociales y me invitaba a marcharme al “Estado Catalán”. Tras hacerle ver que yo nací en Málaga, me dijo que no era digno de esta tierra  tras  rebuznar torpes insultos. Lo normal en estos casos.

Quiero recordar que el PA y su ideología tienen un apoyo en la Capital de la Costa del Sol de 0,0 por ciento. Y no es algo nuevo porque sus votantes caben en una cabina de teléfono. En el resto de la provincia no les va mucho mejor desde que sus dirigentes en Marbella tuvieran que huir de la justicia española o visitar el trullo. Por ello, no sé en nombre de quien habla este lerdo andalucista a quien no conocen ni en su casa a la hora de comer. 

Málaga es tierra cosmopolita y liberal que respeta las opiniones de los demás y, sobre todo, la procedencia de cada cual. Que un tipo, por muy botarate que sea, se dedique a soñar con la elaboración de listas de buenos o malos andaluces, constituye un peligro que debe ser atajado.

Cataluña empezó con un nacionalismo de baja intensidad. Eran poquísimos y muy inofensivos hasta que, gracias a la torpeza del PSOE nacional al entregar la competencia de educación a las comunidades autónomas, comenzaron a manipular la historia. Gentuza como Altamirano nos debe hacer estar alerta para que el nuevo andalucismo del siglo XXI no termine con miles de ciudadanos asesinados en las cunetas.

Conozco mi tierra y  la gran mayoría ve con naturalidad que otros muchos malagueños  portemos nombres familiares como Llorens, Kent, Gross, Pedersen o Van Dyck.  Aquí hablamos diferentes idiomas junto al mediterráneo y a nadie, que yo sepa, le ha importado jamás lo más mínimo. Estoy convencido de que ni ellos, representantes del nacionalismo de campanario, sobran. Al fin y al cabo alguien  tiene que vaciarnos los contenedores de basura.

Sergio Calle Llorens



No hay comentarios:

Publicar un comentario