miércoles, 9 de abril de 2014

LOS BECARIOS CATALANES


Los diputados catalanes que fueron a Madrid a defender la consulta parecían tres perezosos despistados. Sus movimientos eran torpes lejos de las ramas de la señera, con esas caras de bobalicones dando patadas a la oratoria. Esa Marta Rovira expresándose en un catañol cerrado y hablando de sentimientos y de otras chorradas por el estilo. Ese Joan Herrera dándonos lecciones de democracia, y ese convergente amenazando, una vez más, con “el camino sin retorno”.

Particularmente sembrados estuvieron el Presidente Rajoy y el jefe de la oposición, señor Rubalcaba, que fueron desmontando con suma facilidad todo el andamiaje en el que se basan los supuestos derechos ancestrales de un pueblo catalán anterior a las criaturas aquellas del pleistoceno. Es un placer ver como los socialistas patrios recuerdan a veces, no muchas veces, que llevan la e de España.

Mas, por su parte, se quedó en Madrid para no terminar como Ibarretxe sin saber, pobrecito él, que ya lo es. Tras dar la vuelta al mundo pidiendo apoyos a su plan soberanista y, no encontrar ninguno, pide hora y fecha para dialogar con Rajoy. El mismo que ha rescatado a Cataluña de la debacle económica mientras él gastaba millones de euros en papanatadas identitarias.

 El problema catalán es que si le damos una mano nos toman un brazo, y si nos negamos, nos acusan de levantarlo cara al sol. El caso es que hagamos lo que hagamos nunca estarán contentos. Todo es el resultado de una educación nacionalista basada en un fraude monumental. Quieren la independencia y no quieren que el resto de españoles votemos lo que, en caso de producirse, nos afectaría a todos. Y cuando hablamos de afectados, no me refiero a esos becarios que fueron al parlamento español a hacerse las víctimas, sino del coste económico que tendría para todos la independencia de un territorio que siempre ha sido español.

Si los becarios estuvieron a la altura del betún, los de la izquierda más bermeja demostraron, una vez más, que han apoyado todas las iniciativas que suponen dar muerte a la nación más antigua de Europa. Esa a la que ellos consideran nacida de la guerra civil. Cayo Laro y Llamazares, que no son becarios, de votar iniciativas como la de ayer en países como Francia o Estados Unidos, tendrían prácticamente imposible volver a tener presencia en sus parlamentos, pues el único sitio en el que les admitirían sería en las canteras como picapedreros. Un lugar que también deberían conocer esos separadores que llaman lengua tribal al catalán y que insultan a todos los catalanes a diario, sean o no independentistas. Y les recuerdo que apoyar la independencia no convierte a nadie en nazi como sostiene la derecha más rancia que une a su anticatalanismo, el  madridismo y  las querencias taurinas. 

El drama catalán no es sólo crear una generación en el odio a todo lo español, sino que encima, han sido incapaces de presentar un solo producto cultural de primera mano. Si hablas de cine, es un desierto total. Si tocas la literatura, nadie ha podido, ni de lejos, igualar al maestro Pla. En verdad, con Franco tenían la excusa de que no publicaban o hacían versos de calidad por aquello de la censura. Hoy no hay pretextos que valgan que justifiquen su falta de grandeza. Yo, por mi parte, cansado de subyugar Cataluña, me voy a dedicar el resto de mi existencia a someter otros territorios. Así, con la venia, pongo mis ojos en Baviera para hacer lo mismo que antes con los territorios dominados por Barcelona, agotar sus existencias. No se extrañen si la próxima Oktoberfest no se celebra por falta de cerveza. A partir de ahora no voy a escribir más de esos separatistas y, mucho menos, de esos separadores que escupen odio por todo aquello que es, o parece catalán.

Hans; ein Bier bitte.

Adéu.


Sergio Calle Llorens

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