viernes, 10 de enero de 2014

EL VALLE DE ARÁN

Dice un amigo aranés que el nacionalismo catalán es una tapa que sirve para tapar las vergüenzas de una sociedad donde apenas 400 familias llevan gobernando al resto desde la edad media. Una ideología que tapa su corrupción comprando voluntades para que todos se lo lleven de tapadillo. Mi amigo, que se llama Juan, no admite que nadie le haga elegir entre su Cataluña y el resto de España pero, si ha de escoger se queda con España. De madre de Barcelona y de  padre aranés, se crió en aquellas montañas mágicas milenarias donde aprendió a esquiar antes que a andar. Y entre ser catalán y aranés, apuesta por lo segundo.

Juan domina, además del español, el aranés y el catalán. Sin embargo, la lengua de Pla está en claro retroceso en el valle de sus amores donde el español es la lengua habitual de sus habitantes. Es más, el catalán es la tercera lengua del lugar. Arán viene del término vascuence- harán- que significa valle.  Más del 30% del territorio del Valle se encuentra por encima de los 2000 metros. Montañas cubiertas de bosques. Zonas bajas repletas de pinos silvestres y hayas que dan paso a los abetos y a los pinos negros. Un lugar privilegiado donde tengo pensado retirarme algún día. De ahí que les agradezca, y de corazón, que hayan pedido ya la independencia de Cataluña en caso de secesión de España. Más que nada porque, aunque no vaya a llegar a nada los intentos de los palurdos nacionalistas, lo cierto es que siempre es digno de admiración que unos 10.000 valientes planten cara a esa ideología excluyente que todo lo pudre en Cataluña.

El Valle de Arán usa los mismos argumentos que la región catalana para aspirar a su condición de país. Y eso es algo que encabrona, y mucho, a los hijos de Pilar Rahola. Hasta ahora los araneses habían estado callados pero hartos de las intromisiones catalanas en sus asuntos,  piensan que ha llegado el momento de pagarles con la misma medicina. Si los Pujol y compañía quieren crear una moneda nueva llamada El Pujolet, lo de Arán quieren darles el abrazo de su amado oso para que se les quiten las ganas. Y no son los únicos porque ya hay barrios en Barcelona que están pidiendo la independencia de Barcelona porque pagan más impuestos y reciben menos servicios que el resto de ciudadanos de la ciudad. También hay barceloneses que se quejan de que ellos aportan a Cataluña más que el resto de provincias. Del Espanya ens roba al Catalunya ens roba.

El expolio fiscal no existe porque son los ciudadanos los que pagan impuestos y no los territorios pero, eso da igual, lo importante es que hay miles de catalanes hasta la barretina de la monserga nacionalista. Lo primordial, por tanto, son los sentimientos y los araneses se sienten españoles y araneses de toda la vida. Las lenguas, en cambio, son patrimonio de los hablantes y el catalán retrocede en estas montañas porque cada vez se usa más para atacar aquello que tanto aman; España.

Suelo hablar con mi amigo Juan en catalán y no soy nada sospechoso de tener fobia a Cataluña. Más bien lo contrario. En el sur me acusan, incluso, de ser un renegado pero qué puedo decir yo que ya no sepan. Lo importante es que sigo apostando por una España en el que todos los ciudadanos seamos iguales ante la ley. Lo primordial es respetar el deseo de todos de hablar y usar la lengua que nos venga en gana. Ni separadores, ni separatistas. Simplemente españoles. Pero hasta que termine esta locura del derecho a decidir, el Valle de Arán pasa a ser territorio desafecto a Cataluña.


La agenda nacionalista por la secesión de CIU, PUC, ERC y otras sectas por el estilo tenía que tener un efecto contraproducente en algunos territorios catalanes, porque de la omnipresencia se ha pasado al cretinismo de pensar que todos compartían la locura independentista. Más pasará de omnipotente a impotente y, un día no muy lejano, el tema de la independencia se la va a traer floja en su amargo retiro político. Huelga decir que en el Valle de Arán no será nunca bienvenido.

Sergio Calle Llorens

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