domingo, 6 de octubre de 2013

LAS MENTIRAS DE BRUNO CARDEÑOSA

Hay discursos confusos y enmarañados como una maneja de hilo en desorden, imposibles de aclarar y de entender, llenos de incongruencias deformadas. Un claro ejemplo es el de Bruno Cardeñosa. Si como orador no es capaz de seguir un discurso razonado y lógico, como creador de conspiraciones no tiene precio. Ideas inconexas, confusas y descabelladas cuyo resultado final suele ser un puro galimatías de formulación difícil. Su libro 11 S: Historia de una Infamia es la prueba evidente de lo que escribo.

El libro es un esperpento absoluto dirigido a una masa que se considera escéptica siempre y cuando esté en consonancia con su pensamiento, en ese caso, se transforman en creyentes fervorosos. De tal forma que si llegan a la conclusión de que Kennedy se suicidó hace 50 años, pues se suicidó y punto. De nada sirven las pruebas o los indicios que apuntan hacia otros posibles autores en el asesinato de uno de los presidentes más populares en la historia de Estados Unidos. Con ello, no quiero decir que no existen las conspiraciones. Sin embargo, deben de estar basadas en pruebas y en testimonios fidedignos.

El problema de Bruno Cardeñosa es que su ideología se ha cristalizado en su cerebro y no hay manera de corregir su antiamericanismo. De ahí que su libro sobre el atentado que cambió la historia del mundo, trate de demostrar que lo que realmente destruyó el pentágono no fue el vuelo 777 de American Airlines sino un misil que lanzaron sobre sus instalaciones los mismísimos americanos. A Cardeñosa no le valieron ni los informes científicos, ni los testigos que declararon haber visto como se estrellaba el avión contra el Pentágono, ni las imágenes del tren de aterrizaje de la nave citada que se pueden ver claramente. Bruno tiene claro que todo es culpa de los malvados yanquis y . Cuesta creer que alguien en su sano juicio pueda creerse semejante teoría conspiranoica. Otro misterio radica en el hecho de que el director de la Rosa de los Vientos no es capaz de decir dos frases en inglés e, incluso, le cuesta exponer razonamientos en español. Cabría preguntarse con quién coño habló el periodista español para elaborar su obra.

Otra cosa bien distinta es el uso fraudulento que hizo el gobierno de George W. Bush de los atentados para justificar el ataque a Irak. La poquísima vergüenza de Cardeñosa contrasta con la candidez de los que compran su obra sin el más mínimo espíritu crítico. Si estudiar quiere decir, leer, integrar, detallar, rechazar, comparar y decidir lo que tiene importancia y lo que no, los lectores del escritor, estudiar, lo que se dice estudiar, no han  estudiado mucho. Historia de una infamia es la obra de un hombre especialmente satisfecho consigo mismo que es incapaz de aceptar la cruda realidad. Sus seguidores, simplemente, son gentes de poca chaveta que siguen al gran pontífice de la escuela de las chalauras.

Sergio Calle Llorens





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