viernes, 13 de septiembre de 2013

LA ENTREVISTA QUE NUNCA OCURRIÓ

Todo buen periodista andaluz tendría que haber soñado con interpretar a ese periodista británico que hizo confesar al tramposo de Nixon por el caso Watergate allá por el año 1977. Sin embargo, sacar una confesión al muñidor de las jubilaciones fraudulentas nunca tuvo lugar en estas tierras. De haberse producido, habría comenzado con cuestiones relacionadas con la vida familiar de los Chaves en su Ceuta natal. Algo de sentimentalismo  por aquí y unas píldoras doradas por allá Entonces cuando el presidente que iba a dejar de serlo, hubiese estado lo suficientemente confiado, el avezado periodista se habría lanzado al cuello del entrevistado. Sin prisas, sin pausas y, por supuesto, sin soltar a su presa hasta que hubiera cantado, o hubiese perdido los nervios. En el tete a tete, el periodista con mayúsculas habría preguntado acerca de los ERE y la permanente obstrucción a la justicia del ejecutivo de Griñán que se negó a entregar las 480 actas de los Consejos de Gobierno a partir de 2001 que requería la juez Alaya. Tampoco habría pasado por alto los cerca de 150.000 folios repetidos que si entregaron para confundir a la hispalense. Sin éxito, por cierto.

Imaginar esa entrevista que nunca tuvo lugar viene a confirmarnos las razones por las que Andalucía es hoy un territorio cuya divisa es la corrupción a gran escala. Con lo fácil que hubiera sido preguntar por los créditos que Caja Jerez le perdonó por la cara tan dura que tiene. Con lo sencillo que hubiese sido sacarle los colores con el nepotismo que Chaves practicó aprobando presupuestos que luego se repartían sus hermanos en el caso de Climo Cubierta. Ya saben, uno adjudicaba obras como Director General y otro hermanito cobraba como empresario. Por no hablar de las comisiones millonarias que se metía en la cartera su hijo por hacer de intermediario en la Junta de Andalucía, o de la ayuda de los 10 millones de euros a la empresa apoderada de la niña de sus ojos, Paula Chaves.

Pero la entrevista no pudo ser porque en su defecto tuvimos a Tom Benítez usando la primera persona del plural; “Señor Chaves, en peores situaciones nos hemos visto”. Una frase con la que unía su destino profesional al Virrey de la taifa del sur y, al mismo tiempo, nos recordaba que el periodismo es independiente o una farsa completa. Como Andalucía con sus políticas de empleo y sus quinientas modernizaciones sacadas de la cabeza de Gaspar Zarrías.  Se puede decir que montaron sobre la cloaca andaluza sus endebles y míseras convicciones en las que se apoyan para asaltar la caja. Para lograrlo, contaron con el silencio cómplice de la prensa del régimen a sabiendas que a medida de que El Mundo sacara titulares sobre la corrupción, más dinero recibirían esos medios de la Junta por silenciar esa corrupción, como muy bien destacaba recientemente el director de ese diario en su edición andaluza.

Lo más triste no es que la entrevista nunca tuviera lugar, sino que aunque se hubiese producido, el andaluz medio hubiese mirado para otro lado. Habría cambiado de canal para ver un nuevo programa de “La Copla” o cualquier producto infumable para el común de las mentes normales. Chaves, en cualquier caso, habría seguido gobernando con el aplauso de un pueblo que hace mucho tiempo que perdió la noción de la posibilidad de que pueda existir algo mejor que llevarse a la boca. El infierno es vivir sin esperanza. Por eso, habitamos en el averno con el mismísimo Satán gobernando nuestros destinos y, así no hay manera de tener fe en un futuro mejor. Estamos condenados a vivir en el fuego eterno.

Sergio Calle Llorens

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