En realidad no me extrañó la crónica pues los andaluces
siempre están empeñados en ser liderados por el más cretino entre los cretinos.
Después de Susanita tiene una única neurona chiquitina, ya apenas queda que Murphy vuelve
a aplicar su ley para que en el futuro la nueva reina andaluza sea sustituida
al frente de la taifa del sur por la patética Gámez, o por un mono corroncho. Y es que Andalucía es así de tétrica y las
sedes de la secta del capullo están repletas de patanes aturdidos. Gente
siempre equivocada con sus endebles y míseras convicciones.
A nadie se le puede escapar el pucherazo de Griñán. A
ninguna mente preclara se le debe pasar por alto el poco talento de la Señora Díaz. Es más todos los
editoriales de prensa apuntan a ello. Lo que no dicen, porque no saben o no se
atreven, es que Andalucía es, de facto, una monarquía hereditaria en la que los
socialistas se van dejando el poder a sus descendientes. La palabra democracia es una
falsedad pues no puede existir en un territorio donde los periodistas en vez de
fiscalizar el ejercicio del poder, cobran de él. Aparte del número de
empresarios, enchufados, vividores y otras especies que viven del régimen hacen
imposible un cambio político.
Con una televisión franquista como Canal Sur con sus folclóricas,
sus toreros, sus viejas calentonas y sus miserias de corralón, uno no puede más
que imaginar a Franco sonriendo desde el infierno adonde van todos los dictadores.
Esa audiencia andaluza que chilla como si hubiera comido cabrito. Esa turba que
de todo hablq pero de nada sabe, es el resultado de la continuación de la
monarquía hereditaria andaluza.
Política de gritos, política muerta, tan inerte como la sociedad
civil que tanto calla el latrocinio institucionalizado. Si los fenómenos de
adulación colectiva me exasperan, el
silencio cómplice del vulgo sureño saca de mí lo peor que llevo dentro. En
cualquier caso, todo acabará en un nuevo
sainete pueblerino con el pleno paro.
Sergio Calle Llorens
No hay comentarios:
Publicar un comentario