domingo, 7 de abril de 2013

EL MILAGRO DE EMPEL



La esgrima es matemática; establecer círculos y ángulos defensivos. Toque de aceros al amanecer. Adelante y detrás en un intento de leer los golpes en los ojos del adversario. Tintineo en la fría madrugada. La vida o la muerte. El amanecer o la noche eterna, negrísima. Ataque al franco esperando la estocada definitiva. Romper y zafarse. Posturas. Arrebatar insistiendo en la espalda. Medio tajo insistiendo en el codo. Mandoble cargando en las muñecas. La destreza es el arte de matar al enemigo cuando éste quiere morir y, por supuesto, siempre quiere cuando sabe que ha cometido errores en el combate.El beso de la muerte es la estocada más terrible cuando el acero pasa por los dientes, atraviesa el cerebro y su último pensamiento al morir es: “malditos españoles”. Lo fuimos, lo somos. Al alba, caeremos sobre ellos dando estocadas y pistoletazos bajo las banderas de los viejos tercios. La fiel infantería sigue aquí.

Sergio Calle Llorens

Era 7 de Diciembre y el "Tercio de Zamora" a las ordenes del Maestre de Campo Francisco de Bobadilla trataba de defender, a cara de perro, la plaza de Bommel. Bommel era una pequeña ciudad situada en una isla formada entre dos ríos, en plena tierra de herejes. Son obligados a retroceder hasta verse atrapados en una pequeña porción de tierra completamente rodeada de agua. La situación era desesperada, estaban completamente rodeados por la flota Holandesa, apenas tenían víveres, habían sufrido numerosas bajas y los que quedaban en pie estaban mojados y helados hasta el tuétano. 

El Almirante Holak, jefe de la flota Holandesa, en vista de la precaria situación de su enemigo, decide proponerles una rendición honrosa. Aunque el orgullo, ni alimenta ni da calor, los españoles siempre hemos estado sobrados de él, por lo que la respuesta fue clara y contundente: 

" Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos " 

El almirante Holandes, supongo que "pelín cabreado" por la respuesta, decide abrir algunos diques para que subiera el nivel del agua durante la noche y acometer el ataque final por la mañana. 

Los españoles se aprestan a la defensa del sitio, cada vez más menguado por el caudal del río, y comienzan a cavar trincheras donde esperan que sus huesos acaben después de haber enviado al infierno a unos cuantos de aquellos herejes. 

En ese momento, uno de los soldados del tercio, mientras cavaba, halló un extraño objeto. Se trataba de una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. Todos quedaron muy sorprendidos con el hallazgo y colocando la imagen en un improvisado altar, rezaron a su alrededor pidiéndole a la virgen que les echara una "manita" pues, lo cierto, es que andaban muy necesitados. 

En el amanecer del 8 de Diciembre, una inusual tempestad acompañada de un viento muy frío hizo que las aguas del río Mossa se helaran completamente. Los soldados españoles no lo dudaron un instante y aprovechando que los holandeses aún dormían, llegaron hasta sus barcos caminando por el río helado. Ni que decir tiene, que los confiados sitiadores, no se dieron cuenta de la situación hasta que no tuvieron un filo de espada bajo el gaznate. El tercio de Zamora destruyó 10 navíos y logró hacer gran cantidad de prisioneros.


Fue el almirante Holak quién dijo después de la estrepitosa derrota : 

" Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro" 

Desde aquella fecha, la Inmaculada Concepción es patrona de los tercios españoles y posteriormente de la infantería y también es la razón por la que el 8 de Diciembre es el día de la Inmaculada Concepción. 

Yo no sé si fue un milagro o no lo fue y no sé si las aguas de un río se puede helar en una noche o no, pero lo que si sé, es que verse en una tierra hostil, rodeado de enemigos, a miles de kilómetros de tu casa, sin un lugar donde retroceder y donde sólo queda ... vencer o morir, esto puede convertirse en un aliciente de tal fuerza, que en numerosas ocasiones, ha ganado batalles que parecían perdidas.


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