miércoles, 24 de junio de 2015

LOS ANDALUCISTAS


Los andalucistas obtuvieron 60.000 votos en las últimas elecciones celebradas en la taifa. Un resultado que traducido en asientos en el parlamento es de un cero patatero. Y es que con un 1,53% de los sufragios, esta pandilla de incapaces ha vuelto a comprobar que sus propuestas interesan tanto como la vida sexual del somormujo; nada. Empero, lejos de venirse abajo, los seguidores del tarado de  Blas Infante vuelven a la carga con un nuevo planteamiento; La España Federal. Dejando a un lado el hecho de que una formación política que lleva implantando en el sur media hora y, nacida en Barcelona haya obtenido 368988 votos, lo relevante es que se lancen a proponer algo cuando ellos son la más inmensa nadería. Además; ¿quién les ha dado permiso? ¿En nombre de qué pueblo hablan?
Como ya he explicado en alguna ocasión, el andalucismo me produce, además de arcadas, una enorme pereza. Es como volver a casa y encontrarme los platos sin fregar. Y aunque es un fregado meterme con esta lamentable secta, la verdad es que me congratulo que solo 6664 malagueños hayan optado por esta opción tan cochambrosa. Un 0,99% del censo. Y a pesar de ello, cada vez que les recuerdo sus paupérrimos resultados y, la poca querencia que les tenemos a orillas del mediterráneo, los andalucistas siempre reaccionan afirmando que gracias a mis artículos- porque yo soy un nacionalista español- su movimiento será imparable. Es una cantinela que llevan repitiendo en la última década sin que, de momento, los Nostradamus arabistas hayan visto cumplidas sus terribles profecías.
Es evidente que los sabios hablan porque tienen algo que decir y, por supuesto, los tontos porque tienen que decir algo. Los andalucistas parlotean para romper ese incómodo silencio que susurran las olas: eternos perdedores. Cabrilleo que musita que el trapo verdiblanco es  el símbolo de aquellos que nuestros antepasados vencieron hace ya muchas lunas.
Los líderes andalucistas deberían dedicarse a otros menesteres más productivos y, en consonancia con su talento; limpiar piscinas, bailar para los turistas, recoger la basura y, de paso, colaborar con el departamento de psiquiatría de la Universidad de Málaga.  Los del PA deberían pensar que si bien de momento sus taras mentales no tienen cura de momento, su colaboración con los psicólogos puede servir, y mucho,  para encontrar una solución a medio plazo. De hecho, estamos a punto de erradicar esa enfermedad llamada andalucismo. Si quieren federarse con alguien, la Federación de  monos de Gibraltar  se muere de ganas de unirse a sus iguales.

Sergio Calle Llorens

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