El andaluz medio es un ser empecinado. Rígido como una roca. Impermeable
a las nuevas ideas y a cualquier prueba que le presentes. El mundo, o su mundo,
es aquello que sale en su televisión regional y en los periódicos
subvencionados de La Garduña socialista. No hay nada que podamos hacer para
hacerles cambiar de opinión. Sin embargo, hoy que he comenzado a engrandecerme
de ánimo, he decidido matar el mito de los moriscos andaluces. Mi objetivo no
es enseñarles nada, sino reírme de su historia inventada.
En 1568 corrió el rumor por las alpujarras granadinas que los Reyes
musulmanes de Argel y Fez habían llegado con una gran flota a los puertos de
esas tierras. Aquella notica provocó la
rebelión de los moriscos; castraciones, violaciones, asesinatos en masa de niños,
mujeres y ancianos. Al cura de Mairena lo rellenaron de pólvora para luego
prenderle fuego. Hernando de Valor,
supuesto descendiente de los califas, se erigió en el líder de estos asesinos
poco piadosos. La ceremonia de su entronamiento ocurrió en la localidad
malagueña de Churriana. Durante los meses siguientes la violencia islámica
inundó de sangre cristiana las tierras del sur de España. En 1570 las tropas españolas al mando de Don
Juan de Austria se impusieron a los
sublevados musulmanes. Aquella victoria puso fin a una guerra cruel que pasó
por las armas a todo aquel que se consideraba enemigo del Islam, es decir todo
Cristo, y nunca mejor dicho.
Cada cierto tiempo, descerebrados profundos que siguen la arraigada
tradición sureña por el ridículo trata de encumbrar a los asesinos moriscos. A
la cabeza siempre se encuentran las fundaciones pro árabes de la patética taifa
del sur entre las que no podía faltar, por supuesto, la de Blas Infante.
Incluso llegan a promover la candidatura de los Moriscos a los Premios
Príncipes de Asturias, contando con el visto bueno de la secta del capullo
cuyos conocimientos históricos se igualan a los de Perogrullo. A todos ellos
habría que recordarles que los moriscos fueron una quinta columna musulmana en
tierra española que no dudaban en ayudar a los piratas berberiscos a asolar las
costas de nuestra nación. Su expulsión fue retrasada únicamente por los
intereses de compañías como la de Jesús que se lucraban con el trabajo de los
moriscos. El mismísimo Cervantes aplaudía en la segunda parte del Quijote su
expulsión, aun reconociendo los dramas humanos individuales que sin duda sufrió
ese pueblo con la medida real. Dicho de otra manera; España no podía permitirse
tener este peligro dentro de sus fronteras. Era una simple cuestión de supervivencia.
Es sintomático comprobar cómo la izquierda española siempre echa mano de
todos aquellos que han sido enemigos de España. Es esa izquierda rancia, nada
que ver con la del resto de Europa, antisemita, anticristiana y antiliberal que
si pudiera, entregaría las llaves del Reino a cualquiera dispuesto a echarlo
abajo. Mienten por la gola pero, entre usted y yo ahora que nadie nos lee, como
descendiente de los que tomaron la espalda para acabar, por fin, con el
problema morisco; aquello fue un verdadero placer.
Sergio Calle Llorens
Y, sin embargo, se cargaron la agricultura española con esas medidas. ¿Compensó? Porque pasado un siglo, lo pagamos.
ResponderEliminarLos que se beneficiaban de los Moriscos eran algunos nobles y la compañía de Jesús. La Corona española tomó la mejor medida. Esa gente era un peligro y no tuvieron más remedio que expulsarlos. Por otra parte, tuvieron tiempo de sustituirles pero no se hizo. Finalmente comentarte que no podemos juzgarles con los ojos de hoy. En conclusión; valió la pena. Saludos
EliminarTotalmente d3 acuerdo, esto es HISTORIA HISTORIA no la que enseñan ahora mentirosa, paniaguada y ridiculas la mayor parte de las veces
ResponderEliminarLa historia que cuentan a los inocentes escolares tiene más trolas que un editorial del grupo Joly.
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