miércoles, 12 de marzo de 2014

GUARDIOLA SERÁ MCARTHUR


 El Barça de Pep Guardiola es considerado el mejor equipo de la historia del fútbol; no hay discusión posible desde que  el 28 de mayo de 2011 los barcelonistas alzaran la cuarta copa de Europa. El catalán, sin duda, había perfeccionado la forma de entender el deporte rey que trajo Cruyff a  España. Con los Xavi, Iniesta, Messi, Pujol y compañía los azulgranas elevaban a calidad poética una modalidad deportiva. Desgraciadamente una pandilla de patanes se hizo con el control del club español que más títulos tiene en sus vitrinas y, entonces, destruyeron todo lo bello que Guardiola había creado.

El método Guardiola es un referente mundial a la hora de dirigir cualquier club deportivo y, si me apuran, hasta el de una empresa. El actual entrenador del Bayern tuvo una frase mágica que nos enseña el camino para llegar a la excelencia; “ Hay un instante mágico, durante la preparación de un partido, en el que digo ya lo tenemos, mañana ganamos”. Y somos muchos los que acudimos a esa piedra filosofal para buscar la excelencia en nuestras profesiones. Es el amor por el trabajo bien hecho. La aplicación del sentido común que es el menos común de los sentidos. La humildad y la sapiencia necesaria para trabajar en equipo. Un cóctel basado en el coaching que Pep ha elevado a categoría heroica. Trabajar y trabajar hasta encontrar la inspiración que nos eleve por encima del resto de los mortales.

Es imposible no recordarle ese 19 de diciembre de 2009 llorando tras conquistar el mundial de clubes. Había perdido mucho pelo por los nervios. Un año después de hacerse con las riendas del club, el Noi de Santpedor había ganado las 6 copas disponibles. Conjuró los egos, contentó a todos y les hizo sentir importantes. En realidad, el método Guardiola es conocer el entorno y a las personas que trabajan con él para colocarlas en el lugar exacto en el momento correcto. Si con la posesión de la pelota, el Barcelona minimizaba los riesgos, con el control del vestuario, implicaba en su inmensa ambición a todos los soldados blaugranas. Hay quedan los grandes titulares de la prensa de todo el mundo rendida a la lírica de su fútbol. Y no era tanto ganar todos los títulos, sino la manera de obtenerlos, con ese respeto por los rivales.

La seducción que Pep ejerció y ejerce con todos aquellos que trabajan a su lado conlleva una confianza ciega en la victoria. Guardiola crea una organización efectiva en la que todo funciona como un reloj. Exige al máximo porque es el primero en exigirse. Tal era la desesperación que causó en los contrarios, que Florentino Pérez contrató a un hombre sin escrúpulos como Mourinho para terminar con una hegemonía insultante para el Real Madrid. Luego, el presidente blanco creaba bulos como los del falso doping que llevó a que la COPE tuviera que pagar una indemnización millonaria al Barcelona. Una estratagema tan sucia que el propio José María García no ha dudado en desvelar a pesar de sus gustos futbolísticos. El otrora rey de la radio también desveló como muchos antes el Alcalde de Madrid Álvarez del Manzano se opuso siempre a la recalificación de terrenos que, como saben,  llevó al mayor escándalo en la historia del PP. Y todo con la intervención del mismísimo Aznar. Empero, todo fue en vano, el Barcelona seguía por la senda de la victoria y Mou tuvo que optar por marcharse humillado por el sucesor de Guardiola a pesar de que media temporada estuvo fuera por el maldito cáncer.

 Hoy Guardiola imparte cátedra en Alemania y su Barça se arrastra por los campos de España. No obstante gracias a sus enseñanzas, los azulgranas siguen ganando partidos porque aplican, al margen del entrenador incapaz que tienen, un juego que conocen de memoria. Si el ciclo ha durado tanto es porque las enseñanzas de Pep no se van de un día para otro. Lo extraño no es que no vayan a continuar por la senda de la victoria, sino que hayan tardado tanto en abandonarla.

Guardiola con su perfeccionismo y su obsesión  por el detalle enseñó el camino a España en la conquista del mundial, la mayor gesta del fútbol patrio. Guardiola representa lo bueno del deporte, Florentino, en cambio, es justo lo contrario; el hombre que pide el indulto para Del Nido, el empresario que farda ante Jordi Évole de dinero mientras le da palmaditas en la espalda, el tipo que se presenta en las redacciones de los diarios para pedir la cabeza de aquellos que critican a su arrogante club.  Por eso, cuando hoy todo parece perdido y el de Santpedor contempla en la distancia la descomposición del club de sus amores, le viene a la cabeza  aquella frase de MacArthur tras la invasión japonesa de las Filipinas; “Me voy, pero volveré”. Y es que Guardiola será McArthur y expulsará a los invasores del paraíso. Es su destino.


Sergio Calle Llorens

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