viernes, 11 de octubre de 2013

LA ALCAlDESA DE FUENGIROLA


Esperanza Oña ha tenido a bien prohibir cualquier manifestación musical que no sea interpretada en español en la Feria de su pueblo. Tampoco permite la ambientación musical de diferentes estilos  que nada tienen que ver con el folclore propio. La alcaldesa popular de Fuengirola justifica la medida aludiendo a que el resto del año, los ciudadanos pueden escuchar esos estilos en cualquier rincón del municipio. Lógicamente, tal decisión merece algunas reflexiones.

En realidad, los partidos políticos andaluces montan sobre la cloaca sureña sus endebles y míseras convicciones apoyados por la televisión autonómica. Ese nodo andaluz heredero de la televisión franquista que sigue retratando a los andaluces como vagos pero muy divertidos. Un canal que ha vendido como propia la música de la Andalucía occidental como bien común de todos los lugareños de la región. En realidad, las sevillanas- seguidillas andaluzas- son tan propias de Málaga o Almería, como el tango argentino. También es conveniente recordar que  hasta hace dos décadas, nadie tenía ni puñetera idea de lo que era un coro rociero en el mediterráneo. Así que la medida ha dejado al personal más planchado que una sepia al ajillo.

Doña Esperanza, a pesar de llevar mucho tiempo entre nosotros, no entiende lo que es el mediterráneo y, lo que le hace diferente. Aquí las ferias son abiertas y, cada cual baila al ritmo de la música que le apetece. Lo de entrar en las casetas, se sobreentiende, pues aquí no hay nadie forastero. Por ello, yo prefiero mil veces más la Feria de Málaga a la catetada de la Feria de Sevilla. Y eso, que no soy muy feriante. También me ponen más las Fallas que el Rocío de Huelva donde la gente va, literalmente, a follar, a emborracharse y a tomar el polvo del camino. Seamos claros.

Además de no entender absolutamente nada, Doña Esperanza establece con su medida, que la libertad se ejerce todos los días del año. Y ella, por muy alcaldesa que sea no es nadie para prohibir los gustos musicales de los demás. De ganar mañana otra formación, podrían prohibir las sevillanas y hasta el chotis. Cuestión de filias y de fobias. Huelga decir que serán muchos los que se nieguen a ir a partir de ahora a una Feria que pretende ser una mala copia de la de la ciudad del Guadalquivir. Si los fenómenos de adulación colectiva me exasperan, el folclore andaluz me produce arcadas y, no puedo hacer nada para remediarlo. La simple presencia de un coro rociero me hace escupir espuma por la boca. Eso sí, yo no soy nadie para decirle a la gente con el tipo de música con la que se debe divertir. Es cuestión de libertad. Es obvio que tras un socialista andaluz se encuentra un ladrón, pero detrás de un popular hallamos casi siempre un bobo elevado a la enésima potencia.


La obsesión controladora de nuestros políticos no tiene límites. Se meten con lo que comemos, fumamos, bebemos y hasta lo que tenemos que bailar. En Andalucía la cosa se complica con la mirada paranoica y obsesiva de canal sur. Ese engendro que pagamos todos los sureños para que cada segundo haya coplas, toreros y folclóricas trasnochadas. La Alcaldesa de Fuengirola y su prohibición es volver a lo mismo. Al rollo del Sevilla tiene un color especial, a los Romeros de la Puebla y a la madre que los parió. Es la imagen del Valle del Guadalquivir junto a la patria salada, con sus coches de caballos, ellos vestidos de terratenientes y, ellas de faralaes. Con esa música y esas pintas, no hay nadie que pueda tomar en serio a Andalucía y, mucho menos, a la ínclita alcaldesa que se acaba de ganar el  título de boba del mes y a principios de octubre. 

Sergio Calle Llorens

No hay comentarios:

Publicar un comentario