jueves, 27 de junio de 2013

NIVELITO


De todos es sabido que María Gámez es más corta que la cola de un conejo y, por supuesto, el alcalde de Málaga no tiene nada que temer de cara a las próximas elecciones. Sin embargo, el señor de la Torre le hace un flaco favor a su ciudad presentándose pues su tiempo, sencillamente ya ha pasado. Prometió que el estado le cedería  gratis el Campamento Benítez a la ciudad, y nos ha fallado. Afirmó que haría un gran plan de la judería malagueña y ésta, para nuestra desgracia, se ha quedado en una placita para que el Pimpi pueda hacer las delicias del personal con su pescaíto frito. En realidad, Don Francisco vende humo que oculte su lamentable gestión de la ciudad.

En el cualquier caso, es el nivel bajo en el que la provincia se desenvuelve. Duele ver los titulares de prensa, sus columnistas de opinión con sus diagnósticos casi siempre equivocados. Incapaces de dar una noticia sin cagarla un par de veces. Hace unos días un artículo de la Opinión de Málaga afirmaba que “las autoridades británicas del consulado de Irlanda habían sido informadas de la situación de desamparo de una joven que luego desapareció”, sin que los cimientos del suelo se resquebrajasen. Por no hablar del Diario Sur metido últimamente a periodistas de investigación con la exclusiva de que todos los trabajadores de la UMA tienen a todos sus familiares, o eso querían hacernos creer, estudiando gratis sus carreras. Culpaban a los funcionarios de los recortes de alguna manera, pero no dicen nada de los casos de corrupción de Doña Adelaida y la Fundación que dirige su yerno. Fue triste ver como esa turba chillona y merdellona pedía la cabeza de los trabajadores de la universidad a los que, tristemente, culpaban de todas sus taras físicas o mentales.

Si la clase política que tiene que salvar a Málaga pasa por Bendodo, Gámez o de la Torre, apañados vamos. Si el cuarto poder que une líneas en los diarios depende las exclusivas para que el ciudadano sepa lo que se esconde tras los casos de corrupción, Málaga tiene un futuro más negro que el corazón de Fidel Castro.

Aquí no hay tácticas ni pactos de gobierno que nos saquen del atolladero. Apenas una pandilla de patanes que dirigen los asuntos de la provincia como quien organiza un manicomio. No hay orden ni concierto. Nada que nos deje un sabor de esperanza a la boca. Málaga seguirá perdiendo todas las guerras como lleva haciendo desde el año 1981. La prensa comprada, los articulistas vendidos y los políticos compitiendo a ver quien dice la mayor parida en las redes sociales, son responsables de que no haya ningún proyecto que no se eternice. Si el Guadalmedina lleva desde el siglo XIX buscando una solución, la regeneración de los Baños del Carmen dormirá el sueño de los justos.


El panorama es aterrador y tan triste que haría llorar a cualquiera que no fuera lo que yo llamo el “majarón malagueño típico”, ese ser  incansable al desaliento que piensa que el origen de todos sus males está situado en Sevilla. En verdad, la inteligencia no es la mejor virtud de los habitantes de la capital de Andalucía, pero es en Málaga donde se consienten todo tipo de barrabasadas con sus intereses. Llevan tantos años haciendo el más espantoso de los ridículos que, sin lugar género de dudas, ya lo ven como algo completamente natural. Tal vez lo sea. Lo único claro es que con una turba tan numerosa es imposible salir del nivelito mediocre que nos azota. Tan triste, tan cierto. Tan terriblemente doloroso.

Sergio Calle Llorens

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