Hay series
que se ven.
Y hay series que te miran.
Mare of Easttown pertenece peligrosamente al segundo grupo.
Porque esto
no es solo una historia policial. Es un retrato minucioso de la culpa, del
duelo enquistado, de los pueblos pequeños donde todos se conocen demasiado y
nadie termina de salvarse. Un lugar donde el pasado no es un recuerdo, sino una
condena con código postal.
La serie,
disponible en HBO, nos sitúa en una pequeña comunidad de Pensilvania,
un escenario gris, húmedo, cotidiano… y por eso mismo inquietante. Allí vive Mare
Sheehan, detective de homicidios, mujer cansada, madre, exmujer, vecina,
leyenda local venida a menos y, sobre todo, ser humano al borde del colapso
funcional.
No diré más
del argumento porque no hace falta. Mare of Easttown no avanza
por giros espectaculares, sino por acumulación de silencios. Aquí el crimen es
importante, sí, pero lo verdaderamente devastador es todo lo que rodea al
crimen: las miradas esquivas, las cocinas tristes, los bares con olor a
resignación y esa sensación constante de que la vida pasó… y no avisó.
Y en el
centro de todo está Kate Winslet, que no interpreta a Mare: la habita.
Sin glamour, sin concesiones, sin miedo a resultar antipática, brusca o rota. Winslet,
además de protagonista, es coproductora de la serie, y eso se nota: el
personaje no está diseñado para gustar, sino para ser verdad. Camina mal, habla
peor, se equivoca mucho y arrastra un dolor que no necesita subrayado musical.
Es una
actuación absolutamente magistral, de las que no se olvidan, de las que hacen
que el espectador se sienta un poco indiscreto, como si estuviera espiando la
vida real de alguien que no pidió ser observado.
Entre los
elementos menos conocidos de la serie hay varios detalles deliciosos:
– El uso deliberado del acento local, tan marcado que incluso algunos
espectadores estadounidenses necesitaron subtítulos.
– La negativa consciente a embellecer el entorno: Easttown no es fotogénica, y
no quiere serlo.
– Un guion que se permite el lujo de la pausa, del diálogo incómodo, del humor
seco que aparece cuando menos lo esperas.
– Y una dirección que entiende que el terror más eficaz no siempre viene de lo
sobrenatural, sino de lo cotidiano.
Mare of
Easttown es una
serie sobre un crimen, sí, pero sobre todo es una serie sobre lo que queda
cuando el crimen ya ha ocurrido: las familias, las heridas abiertas, los
errores que no prescriben y esa pregunta incómoda que flota durante todos los
episodios:
¿qué hacemos con el dolor cuando ya no cabe dentro?
No es una
serie para devorar alegremente. Es una serie para sentarse, mirar fijamente y
aceptar que, a veces, la oscuridad no necesita fantasmas.
Y aun así, o
precisamente por eso, es hermosa.
Una de esas
historias que no se olvidan cuando aparecen los créditos.
Una serie que se queda contigo.
Como un pueblo pequeño.
Como un secreto.
Como una culpa.
Desde mi
atalaya mediterránea, esta recomendación no es solo entusiasta:
es una invitación a sufrir con estilo.
Sergio Calle Llorens
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