¡Mi picha
es una dicha y la de su marido, una desdicha! ¡Su hija se ha
echado un novio que es tan horripilante como Vinicius! ¡No le hace caso
ni la inteligencia artificial cuando le da instrucciones detalladas! ¡Su
mujer no sabe que la lengua sirve para algo más que para hablar! ¡Su
cuñado cree en Pedro Sánchez como el creador del universo! ¡Su yerno
defiende firmemente que, en la Edad del Bronce, los hombres tenían una
estructura como la de un gorila! ¡Su suegra, fea de cojones, afirma que los anfibios
viven en manadas y que entre ellos se encuentran el boquerón, la ballena
y el tifón! ¡La novia de su primo, experta en todo como Gonzalo Miró, concluye que los semitas eran los únicos semitas navegables!
¡No sufra
más! Sonría, que la Navidad está a la vuelta de la esquina. Es hora de
brindar, de querernos y de disfrutar, aunque haya personas que se niegan a
cambiar el saludo típico de Feliz Navidad por el de Felices Fiestas.
Gentes que luego no paran de felicitar a los musulmanes que no conocen
por Ramadán, como tampoco conocen la vergüenza.
Haga como un
servidor: beber, reír y cachondearse de un mundo regido por los más idiotas de
cada lugar. Porque mientras estemos aquí hay que dar gracias al cielo, incluso
cuando los lerdos llegan a nuestras orillas en calidad de invitados. Sí,
ya sé que es duro escuchar en Nochebuena al cuñado de turno afirmar que
la Reconquista la comenzó Don Pelayo, que era hijo de Favilla, el
del lobo, pero es lo que hay y tenemos que convivir con ello. Sin ir más lejos,
recuerdo una Nochevieja en la que el novio de mi prima, experto en casi
todo, me dijo que un ejemplo de pez volador era la rana. Aquella lejana
noche fui yo quien pegó un salto volador hasta sentarme en el otro extremo de
la mesa.
Llega la Navidad,
y hay que celebrarla hasta que llegue la noche eterna y solitaria. Ya habrá
tiempo entonces de acordarse, si es que nos dejan, de aquellos momentos en los
que el patán de turno decía que los patos, al estar siempre en el agua,
son como acuarios.
¡Disfruten! ¡Y mientras ellos discuten si los anfibios viven en manadas, nosotros brindamos.
Sergio Calle Llorens
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