Una de mis
aficiones menos conocidas es la observación de los gorriones fornicantes.
Me encantan sus trinos a media mañana, sus tímidos saltitos, sus rostros de
granujas, su manera especial de asearme cada mañana. Siempre que puedo, les doy
alguna migaja de pan a la hora del aperitivo. Incluso estoy alerta por si
aparecen sus rivales por el alimento: esas aves tan pesadas que tienen el mismo
color que el archienemigo de Spiderman. Si de mí dependiera, hace tiempo
que habría exterminado a esos loros tan inquietantes. Todo por el bienestar de
mis amigos alados. Son más majos.
Al margen
del placer que me produce la contemplación de los Passer domesticus,
hay un pájaro de mal agüero que también me da satisfacción: el Avius
corruptus socialistus caminando hacia los juzgados patrios. Qué belleza
de imagen. Qué ricura de movimientos: esas papadas que delatan la manera en que
tragan saliva. Están asustados. Claro. Porque el miedo ha cambiado de bando.
Cada día es uno distinto, pero siempre es el mismo modus operandi: el
latrocinio institucionalizado, las mordidas y el abuso de poder. Las cosas
claras: al pan, pan; y a los del PSOE, un puticlub.
Sin embargo,
hay un ave que me tiene confundido: el fiscal general del Estado. Un tipo
acusado de revelar información confidencial de un ciudadano sabiendo que no
podía hacerlo. De ser condenado, la justicia le cortaría las alas y solo podría
revolotear en el patio de la cárcel. Y me tiene confundido porque, en vez de
sentarse en el banquillo de los acusados, el Avis opportunista se
coloca junto a los otros fiscales para lanzar un mensaje de autoridad. Verlo
allí, con esa capa negra, me trae a la memoria la imagen de un cuervo. Incluso
la mirada se asemeja al Corvus corax. No hay que ser licenciado
en óptica para ver que García Ortiz se la saca en pleno juicio para decir, como
el personaje de La vida de Brian: “¡Ojito conmigo, que soy
Pijus Magnificus y la tengo más grande que nadie!”. Ya veremos si la
injusticia española se deja amedrentar.
Lo más
divertido es que cada día veo revolotear a estos pájaros. Un día es el Ala
rubra corrupta, una tarde el Psittacus marxianus y, por
la noche, sobrevuela mi atalaya el Passer subventionis. Todos
ellos tienen el mismo destino. Yo sonrío al verles posarse en la misma rama de
un árbol que está a punto de romperse.
Les juro que
la observación de aves, desde los gorriones fornicantes hasta el fiscal
desternillante, es una afición de lo más placentera. Para los no iniciados, les
dejo una ficha zoológica para que los árboles no les impidan ver el bosque
donde se esconden el tipo más común de ave.
Volatilis
socialistus
Clasificación
Reino: Animalia subvencionis
Filo: Vertebrata incoherens
Clase: Aves parlanchinas
Orden: Clientelaris
Familia: Subsidii dependientes
Género: Volatilis
Especie: Volatilis socialistus corruptus
Descripción
Ave de plumaje rojo desteñido, con reflejos dorados en el pico adquiridos tras
años de contacto con el dinero público. Posee un canto monótono, casi
hipnótico, compuesto de consignas vacías y viejas promesas electorales. Suele
repetir frases como “todo por el pueblo” mientras revolotea hacia su nido en
algún consejo de administración.
Hábitat
Prefiere zonas urbanas densamente subvencionadas, aunque también puede
encontrarse en despachos climatizados, sedes sindicales o en las inmediaciones
de ministerios con presupuestos generosos. Se alimenta de dietas
institucionales, fondos europeos y contratos a dedo.
Comportamiento
El Volatilis socialistus es gregario y clientelar: nunca vuela solo.
Forma bandadas llamadas “agrupaciones”, que migran cada cuatro años hacia los
lugares donde sopla el viento del poder. Durante la época de elecciones
despliega sus alas y promete volar hacia el progreso; sin embargo, tras la
victoria suele anidar cómodamente en sillones de cuero.
Reproducción
El cortejo se basa en la distribución ritual de cargos, favores y sobres
cerrados. Los machos y hembras cantan al unísono el clásico “¡No pasarán!”
mientras pasan discretamente el sobre. Las crías aprenden pronto el arte de
vivir del erario.
Depredadores
naturales
La transparencia, la prensa libre y los votantes con memoria. Aun así, el Volatilis
socialistus ha desarrollado una notable resistencia a todos ellos mediante
el camuflaje discursivo y el vuelo en círculos.
Estado de
conservación
En auge. Clasificada como especie “políticamente protegida” en varios países
del sur de Europa.
Observaciones
del naturalista
Resulta fácil confundir al Volatilis socialistus con el Conservator
vulgaris o el Liberal opportunistum, aunque este último suele volar
con la cartera más ligera y el discurso menos encendido.
Coda: Entre
gorriones lúbricos y fiscales emplumados, uno acaba dudando de si observa
pájaros o políticos. La ornitología, a fin de cuentas, también sirve para
estudiar la fauna del poder.
Sergio Calle Llorens
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