viernes, 7 de noviembre de 2025

¡ENTRE DOMINGAS Y DELITOS!

 



La diferencia entre Messi y Cristiano Ronaldo era que los entrevistadores le decían al argentino que era el mejor de todos los tiempos, mientras que el portugués les decía a los entrevistadores que él era el mejor de todos los tiempos. Con el marido de Begoña Gómez pasa lo mismo. Pedro Sánchez, que tiene a media familia imputada, les dice a los entrevistadores que su gobierno es el más progresista de la historia —aquí no incluyo a los del Grupo Prisa por ser los succionadores oficiales del miembro presidencial—, cuando una gran mayoría de españoles ve en él un inmenso saco de mierda en el lodazal de la corrupción socialista.

Como ven, a veces la elección es fácil. Otras, en cambio, no tanto: tortilla de patatas sin cebolla o con ella; emborracharte con tus colegas de toda la vida, aun sabiendo que vas a estar para el arrastre al día siguiente, o quedarte en casa viendo una serie en Netflix. Incluso hay gente que quiere que nos decantemos por el carísimo programa de La Revuelta o por El Hormiguero, que es como pedirnos que votemos por Falete o por los infumables Romeros de la Puebla para representarnos en Eurovisión. No tiene sentido alguno. Lo mismo pasa con ponerse del lado del fiscal general del Estado o del novio de Ayuso. Después de todo, es posible que ambos sean culpables. También podría ser que el acusado de delito fiscal fuese declarado inocente de fraude, como le ocurrió al actual entrenador del Real Madrid. Incluso García Ortiz podría ser percibido como un ser de luz que nunca ha roto un plato.

Además, esto es una guerra entre dos facciones y los ciudadanos no tenemos nada que ver con sus cuitas. Por otra parte, las elecciones son siempre complicadas y, a tenor del aumento del número de divorcios en el viejo reino de España, no creo que estemos para sacar mucho pecho. Y hablando de pechos, mi amigo José diría que, ante la duda, la más tetuda; pero como esto no va de domingas, sino de hechos que se analizan muchas veces con el color político de cada cual.

Mi legendaria modestia me impide destacar las veces que he acertado en mis elecciones vitales. Sin embargo, podría subrayar algunos éxitos notables en ese sentido: cualquier cerveza por encima de la Cruzcampo; el rock and roll ante la patética música actual; la literatura por encima de cualquier pr ograma de televisión; o no saludar a aquellos idiotas que siguen usando el término Latinoamérica. Dicho de otro modo, pertenezco a una minoría cuyas elecciones se basan en bibliotecas y en las certezas que arrastran las olas mediterráneas. Después de todo, la democracia es un abuso de la estadística.

Sergio Calle Llorens


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