miércoles, 8 de octubre de 2025

¡VIAJE AL CENTRO DEL POSTUREO!

 



Si Julio Verne levantara la cabeza, probablemente se habría inscrito en la Flotilla española rumbo a Gaza. “Veinte mil leguas de postura en el mar”, habría titulado su diario de a bordo. Porque lo que salió de España no era un barco cargado de ayuda humanitaria, sino un flotador de ego inflado con aire de Instagram y buenas intenciones mal calibradas.

La escena tenía todos los ingredientes de una comedia absurda: personas con más pasión que planificación, líderes locales intentando hacerse héroes en la foto del desembarco, y voluntarios que parecían haber confundido la brújula con un filtro de Snapchat. Ada Colau y compañía aparecían como extras de los Hermanos Marx: uno se pregunta si la escena final consistirá en un número musical con sombreros imposibles y diálogos ingeniosamente contradictorios.

Los vuelos de regreso, pagados —oh ironía— por contribuyentes, confirmaron la sensación de que estábamos ante un híbrido entre Viaje al centro de la Tierra y La vida de Brian: un viaje épico en teoría, tragicómico en la práctica. Lo más sorprendente es que, a pesar de la ausencia de camiones de ayuda, la flotilla generó titulares gloriosos, debates en redes y memes para todos los gustos. Todo un festival de postureo internacional.

Si uno se detiene a pensar, incluso el cine de los años dorados tenía menos exageración. Imaginen a Humphrey Bogart y Peter Lorre intentando organizar cajas de ayuda mientras John Cleese les susurra chistes sobre logística humanitaria: la mezcla es tan surrealista que casi se agradece la poesía involuntaria de la escena.

Literariamente hablando, podríamos escribir páginas y páginas sobre este viaje: crónicas de buenas intenciones naufragando entre selfies, discursos pomposos y anuncios en redes sociales. Pero la moraleja es sencilla: cuando la realidad se disfraza de epopeya, el resultado a veces es un vodevil de tres actos, con banda sonora de aplausos y hashtags que nunca llegarán a puerto.

Y mientras el mundo mira, algunos héroes de pacotilla descubren que la verdadera ayuda empieza por no confundir la cámara con un salvavidas. Porque, como dijo Groucho Marx, “Estos son mis principios; si no le gustan, tengo otros”.

Sergio Calle Llorens


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