viernes, 5 de septiembre de 2025

¡A LA MIERDA LA DIVERSIDAD!

 



Si la diversidad significa aceptar que las mujeres se bañen metidas en un saco —llámese hiyab o burka en su versión más radical—, yo me niego. Esa es la variedad que no quiero y contra la que me rebelo.

Si la diversidad obliga a que los colegios adapten sus menús a la dieta musulmana, me declaro en contra. No lo digo desde la ignorancia: sé que todas las primaveras árabes terminan en invierno. Y escupo al rostro de quienes lo consienten.

Si la diversidad implica que una banda de magrebíes apalice a un hombre por ser homosexual, mi respuesta es clara. Soy descendiente de los que lucharon contra los moriscos, y como ellos, saco la espada y me pongo en guardia.

Si la diversidad significa que marroquíes y argelinos vengan a vivir del sudor de los españoles, alzo la voz. No huyen de guerras, sino de dirigentes incapaces. Por eso digo, sin rodeos: que se lleven su música a otra parte.

Es hora de hablar claro. Aceptar esa supuesta diversidad equivale a regresar al tam-tam de la tribu. No podemos convertirnos en un Senegal o en un Malí cualquiera. Somos más. Somos parte de la historia que abolió la esclavitud antes que nadie, mientras en África aún sigue presente bajo distintas formas.

La inmigración es necesaria, pero con reglas. Y preferentemente de países hispanos, con quienes compartimos lengua y cultura. Lo demás es condenar al primer mundo a la tercera división. Es un contrasentido que mientras tanto miles de jóvenes españoles, con preparación académica, tengan que emigrar por falta de oportunidades.

Europa nos folla con sus políticas. España nos falla con un gobierno corrupto y un Estado mastodóntico. Ha llegado el momento de reaccionar. De decir basta a una diversidad que no nos enriquece, sino que nos hunde.

¡Dixit!

Sergio Calle Llorens

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