¿Y si las
criaturas del bosque no se extinguieron… sino que aprendieron a esconderse en
nuestras obsesiones más íntimas?
En el año
2000, Finlandia otorgó su máximo galardón literario, el Premio Finlandia,
a una novela que rompió con todo: Not Before Sundown, de Johanna
Sinisalo. Lo que parecía una obra menor sobre folklore y trols acabó
revelándose como una bomba cultural. Porque esta historia no trata realmente
sobre criaturas mágicas. Trata sobre el deseo como bestia salvaje. Sobre la
otredad como espejo. Sobre el monstruo que se parece más a ti de lo que
quisieras.
El
protagonista —cuyo nombre nunca sabremos del todo— es un fotógrafo homosexual
de éxito que, una noche cualquiera, encuentra un trol real: pequeño,
herido, adorable. Lo lleva a su apartamento en Tampere, lo alimenta, lo cuida…
y empieza a obsesionarse.
Pero el trol
no es un animal. Es algo más antiguo, más astuto, más inquietante. Se
comunica sin hablar, y afecta su entorno como un campo magnético. El
protagonista empieza a tener sueños raros. Y su atracción por la criatura se
torna íntima, incluso sexual.
Aquí, el
horror no tiene colmillos ni sombras que saltan desde los armarios. Tiene
formas más sutiles: el deseo que se vuelve posesión, la ternura que se
vuelve hambre. El trol es el catalizador de todo lo que el protagonista ha
querido reprimir: su necesidad de control, su trauma infantil, su aislamiento
emocional.
La
estructura de la novela es brillante: capítulos cortos, intercalados con
fragmentos de noticias falsas, leyendas finlandesas, ensayos ficticios,
citas científicas. Todo parece decirte: “Esto es real. Esto es posible.
Esto fue olvidado.”
Y en esa
mezcla entre modernidad urbana y mitología antigua, el lector empieza a
sentir que quizás, sólo quizás, los trols existen… y siempre han estado aquí.
Uno de los
aspectos más perturbadores del libro es la transformación psicológica
del protagonista. Lo que comienza como una historia de rescate animal se
convierte en una fábula oscura sobre la cosificación del otro, la
belleza como peligro, y la disolución de la humanidad en la fascinación.
Hay escenas
que hielan la sangre no por lo explícito, sino por lo simbólico. Una
especialmente: el momento en que el protagonista, acariciando al trol mientras
duerme, nota que su propia voz interior empieza a hablar en un idioma que no
es el suyo.
Es como si
el trol no sólo viviera con él… sino dentro de él.
Not
Before Sundown no es
un libro de miedo en el sentido tradicional. Es una novela perturbadora,
elegante y venenosa, que te persigue lentamente. No hay héroes ni villanos.
Sólo la pregunta eterna:
“¿Qué parte de mí he estado negando tanto tiempo… que al fin se ha encarnado
en algo que no puedo controlar?”
Sergio Calle
Llorens
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