viernes, 18 de agosto de 2023

¡ UN FELIZ REENCUENTRO!

 



 Al salir de la estación de Atarazanas de Metro Málaga,  me llegan los mágicos efluvios de la feria que me hacen toparme con la Casa del Guardia; la taberna más antigua del sur de España. Allí me esperan los amigos del cole. De pronto, una mujer me pregunta por mi identidad y, al instante, la reconozco porque a pesar del tiempo transcurrido, sigue conservando su belleza morena y la sonrisa picarona que esculpen una montaña de recuerdos que incluyen besos, caricias prohibidas y otras locuras. Ella fue una novieta que me acompañó en los felices años ochenta. En mi pequeño corazón, después de todo, viven agolpados amores gigantes. 

Al poco descubro que es como si el no hubiese pasado el tiempo, como si, de alguna manera, Belén y yo hubiésemos mantenido el contacto todas estas décadas. Ella viene con una amiga y, por supuestísimo, ambas nos acompañan en nuestra aventura ferial. La experiencia es un viaje en el tiempo. Por un momento, pienso que las hojas del calendario marcan 1987. Pero no, estamos en el verano del 2023. Pero da igual, porque ni entonces ni ahora ella ha tratado de cambiarme. Porque siempre me quiso tal y como soy. Eso es más de lo que puedo decir de muchas otras féminas. 

Si escribir es que nos dejen reír y llorar solos, revivir el pasado es quitarle el polvo al libro de nuestra vida en común.  Al hacerlo, todos caemos en los brazos de Baco embriagados de felicidad. Ella sigue teniendo la habilidad de hacerme reír y, de fondo, la banda sonora de los ochenta se abre paso como esa imponente catarata de agua que va a morir en una Playa de Maro. No puedo pedir nada mejor para una tarde de feria que busca el crepúsculo hasta que llegan las sombras que aclaran las mentes. Estamos juntos y lo disfrutamos juntos. La noche alcanza a la madrugada y con ella la hora fatal en la que nos despedimos tras unos imponentes fuegos artificiales que iluminan la bóveda celestial.

Pensando en todo esto, llego a la conclusión de que mi vida está siendo un viaje extraordinario en el que todas las mujeres que he amado siempre han sido buenas y extraordinarias personas. Es como si hubiese una conexión con todas ellas y por eso la magia vuelve a visitarme. Es una ola de amor detrás de otra y el arrullo del mar que susurra palabras de ternura y de admiración. Hay gente con la que nunca deberíamos perder el contacto aunque sólo fuese para rememorar las fiestas en el Side Car, los paseos, la complicidad y aquel viejo olivo donde ella y yo vimos las estrellas una noche. Las mismas que han sido testigos de nuestro mágico reencuentro.  

¡Creo que este libro escrito a medias ha quedado oficialmente retirado de mi polvorienta estantería!

¡La vida puede ser maravillosa!

Sergio Calle Llorens


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