viernes, 12 de noviembre de 2021

¡EN YUNQUERA!

 


Cruzo Yunquera, una localidad situada en el Parque Nacional de Sierra de las Nieves y no puedo evitar una llamarada de nostalgia; la casa en la que pasábamos las vacaciones con los amigos, las juergas en el Caballo Loco y el fuego de leña de la chimenea en la que señoreaba el retrato de una mujer de bellos ojos azules y una sensualidad cautivadora.  Siempre quise conocer su identidad, pero mi curiosidad chocaba con el muro del silencio de la familia.

Aquellos años desaparecieron como las sombras del crepúsculo.  Pero me acuerdo de la voluptuosidad de la luna del invierno sobre los pinsapos aquella madrugada en la que tuvimos que abandonar la casita para dormir en la sierra. No creo haber pasado más frío en mi vida en aquel rincón boscoso en el que flotaba una neblina azulada. Imposible dejar atrás esos recuerdos.

Camino, insisto, por las empinadas calles del pueblo hasta arribar a calle agua en la que sigue abierta, y me pongo de rodillas para dar gracias al Altísimo, la taberna “El Por Fin”, con su comida efectista en la que la calidad del conejo al ajillo es literalmente indescriptible. El bar se llama así porque después de la visita a varios locales, por fin se llega al último templo del vino.  Desgraciadamente, la bebida me no evita alejarme del rumor de la melancolía que va saltando entre las piedras que componen el puzle de mi ajetreada vida. Después de todo, estoy en el mismo sitio en el que, muchos años antes, alquilamos el Molino de la Teja; una impresionante casa rural. Una vivienda muy cercana a un camino que conduce a la sierra que tanto amo.

Yunquera tiene todas las bendiciones derramadas. El brillo resplandeciente de la vida cómoda. El olor de las castañas asadas. La palpitación del tiempo que nunca es perdido. Las mujeres que suben con celeridad cargadas de alimentos por las empinadas calles. El agua cristalina que emana de la Fuente del Poyo y que nos hace a todos más sabios. El dulce paisaje de “La Catedral de la Serranía”.  Todo eso, y mucho más, es este pueblo, aunque, para ser justos, me faltan los adjetivos que le hagan justicia, pero me sobran huecos en las calles. Esas a las que vuelvo de vez en cuando para soltar un suspiro. Yunquera; siempre en mi corazón.

Sergio Calle Llorens

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