En el sur no tenemos a ninguna cadena de televisión
mostrando nuestras vergüenzas de forma machacona. De tenerla, el Salvados del patético Jordi Évole se haría llamar Hundidos; en la miseria del paro, en la
justicia politizada, en el nepotismo más atroz, en el castigo a los disidentes,
en la administración paralela, en el
latrocinio institucionalizado que dura ya casi 40 años, en el paupérrimo nivel cultural, en una política fiscal abusiva, en una tele abyecta como Canal Sur y, por supuesto, en las listas de espera que llevan a la
gente al cementerio.
Hablando de muertos, Thomas de Quincey en
su ensayo Murder Considered one of the Fine Arts, estableció las condiciones
primordiales de “un crimen artístico” con rapidez, limpieza y eficacia evitando
en lo posible los gritos de las víctimas, la excesiva efusión de sangre; y la
otra más importante, que permanezca impune. En la República Bananera de Andalucía, podemos establecer que el crimen
se ha convertido en arte. . Tal vez, falte algo de estética a la hora de eliminar criaturas más
o menos inocentes que perecen esperando la asistencia sanitaria.
Curiosamente, los responsables políticos del SAS actúan como el Yago en el Otelo de Shakespeare, siempre fuera del circulo de sospecha, empleando unas
tácticas inaudibles e invisibles para la mayoría. Si alguien se tomara la
molestia de examinar los hechos, descubriría, e inmediatamente, que estamos ante un
criminal sin parangón en la historia. La
mismísima Agatha Christie estaría
orgullosa de este asesino tan efectivo que luego aparece en los diarios posando
como defensor de la justicia. Si en las novelas de la inglesa a nadie le
importa lo que le ocurra al criminal después de ser descubierto, en el folletín
andaluz a la gente se la trae al pario el destino trágico de las víctimas. Lo
único importante es que el magnicida siga ejerciendo su malvada profesión.
Hace años pensaba que nadie merece morir a manos de estos
malvados. Hoy, por lo visto y analizado, estoy convencido de que en el fondo lo
merecemos. Una dulce muerte no debe
enmascarar una mala vida. Por eso lo meritaremos hasta que no quede ni uno de
nosotros y entonces, bendito día, alguien escriba nuestro epitafio teniendo en
mente que siempre hay que hablar bien de los fallecidos. Sería algo así;” Los del sur han muerto; bien”.
Sergio Calle Llorens
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