lunes, 10 de noviembre de 2014

FLANDES

En la declinación ideal del sol de la tarde mantengo una conversación sobre historia con una profesora de la ESO. Para cualquier español que ignore su pasado, o sea, casi todos, Flandes es un misterio. En realidad hay que decir que ese territorio abarcaba en el siglo XVI una extensión mucho mayor que la actual, al incluir Luxemburgo, Holanda y Bélgica y algunos departamentos del norte de Francia.

Mi interlocutora va esgrimiendo razones por las que España debería haber abandonado ese territorio. Sin embargo, aquella fría y dura tierra que no nos dio nunca tregua, con su sol hereje que no calentaba nunca, era un lugar estratégico de primer orden para los intereses patrios. Flandes servía para presionar militarmente a Holanda y amenazar a Francia e Inglaterra. Su control permitía a nuestra nación intervenir rápidamente en los territorios del Sacro Imperio Romano Germánico y proteger nuestras posesiones en Italia y ultramar. Sólo la ignorancia histórica puede llevar a pensar que su renuncia nos hubiese salido gratis. Y no hay nada que no tenga coste en la vida. Por tanto, las motivaciones geopolíticas están claras aún siendo analizados por los ojos escrutadores del siglo XXI. Como muy bien nos recuerda el embajador Baltasar Zuñiga, embajador español en la corte de Viena, "si no se conseguía reducir a los Países Bajos, lo único que conseguiríamos es perder, primero las Indias, después Flandes, Italia y Francia.

Bien es cierto que aquella aventura nos llevó al desastre. Empero, no haber podido forzar a las Provincias Unidas a una paz honrosa, condujo a un heroismo sin parangón en la historia de la vieja Europa. Hubo un momento que se libraron cinco conflictos armados al mismo tiempo; Cataluña, Flandes, Italia, Francia y Portugal. Aquello, obviamente, no podía terminar bien.

Intento desplegar ante la torpe profesora un mapa de aquel tiempo, colocando las piezas en su contexto histórico. Trato, nuevamente en vano, de llevar a la mujer a lecturas básicas como la de "Teoría y práctica de la guerra" de Bernardino de Mendoza publicado en Madrid en 1595- Una obra clave para entender ese tiempo y esos lugares que la maestra desconoce. Le hablo a su vez del "Camino Español", una hazaña logística sin parangón en la historia militar europea en la que España mantuvo abierto un largo corredor que unía sus posesiones en el norte de Italia con los Países Bajos para permitir que sus invencibles Tercios llegaran al campo de batalla. Un milagro que dio lugar a la expresión "poner una pica en Flandes". Pero todo, absolutamente todo, le suena a facha a la señorita. Retiro los mapas, las palabras y me concentro en beberme un vino español mientras el sol se va ocultando tras las cumbres de las Sierras de Tejera Almijara. Al sur queda el mediterráneo con un rojizo plomizo. casi tanto como la lerda profesora andaluza.

Cierro los ojos y puedo imaginar a esos soldados españoles marchando bajo un tiempo infame de frío, viento y lluvia. Un heraldo de lo que le esperaba al poder hispano en el mundo. Los imagino orgullosos y dispuestos a vender cara su piel y morir, si Dios quiere, por un Rey tirano y una patria que nunca es madre sino madrastra. Sí, cerré los ojos y ya casi quise volver a abrirlos en toda la tarde.

Sergio Calle Llorens

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