jueves, 7 de agosto de 2014

LA REBELIÓN DE LAS MÁQUINAS

Los versados en robótica saben que llegará un día en el que las maquinas sean conscientes de su propia existencia. Pasado ese momento, esas mismas maquinas podrán revelarse contra sus creadores. La idea general es que esos robots nos verán con cariño. No en vano, somos sus creadores. Sin embargo, se puede dar la paradoja de que se rebelen contra sus padres. De hecho, ya ha pasado en la guerra de Iraq cuando los robots soldados War, sin que nadie sepa muy bien por qué, atacaron a los norteamericanos. Fue el primer combate entre robots y soldados de la historia. Hubo que emplear cargas electromagnéticas  para neutralizarlos. En cualquier caso, la administración de Obama se pasó por el forro de sus caprichos una de las leyes básicas de la robótica que, como imaginan, es que nunca pueden ser usadas para matar a otro ser humano. En España todo este suena a chino. Desgraciadamente nuestro país ha abandonado todo desde el latín, como con cualquier tipo de humanidad, por no hablar de las ciencias. Naciones como Corea del Sur y Japón tienen una legislación bastante avanzada en relación con la robótica y el uso de humanoides.

Todo lo que es creado por el hombre puede ser bueno o malo; desde la energía nuclear pasando por la informática. Con la inteligencia artificial, la cosa no varía mucho. Grandes científicos apuntan al problema de la conciencia de esas maquinas. Será un momento cumbre en la historia de la humanidad. Estaremos ante la primera vez que nos enfrentemos con unos seres- creados por nosotros- que sean capaces de pensar y actuar como humanos con una ventaja; serán capaces de progresar de una manera geométrica. El problema es las actividades que sean capaces al margen de las indicaciones que sus crearon les dieron. El tema no es baladí. De momento no hemos llegado a eso. Esperemos que la línea Spielberg triunfe para que no nos vean como seres a los que exterminar.

La humanidad se va a enfrentar a problemas filosóficos y éticos complejos en los próximos 300 años. Sarah Connor en la película Terminator deja una frase para la posteridad; “Si una maquina es capaz de valorar una vida humana, tal vez nosotros también podamos”. Esperemos que estos humanoides puedan sentir empatía pero, incluso en ese caso, a los seres humanos tampoco no has servido de mucho para no matar. Creo que visto lo visto, sería mucho más útil no usarlos con fines militares sino médicos. La decisión no está tomada.

Hoy la inteligencia artificial es un sistema de cálculos increíbles basados en millones de probabilidades. Les pongo un ejemplo; una máquina capaz de jugar al ajedrez será siempre peligrosa a la hora de vencernos en una partida No obstante no es reflexiva. Todos sus movimientos se basan en esos cálculos de decisiones masivas. Para vencerla podemos romperle los esquemas jugando de una manera que la máquina no haya estimado. De momento les ganamos porque somos reflexivos. Ellos son simplemente maquinas.

De momento en Japón los nacionales prefieren que sus familiares sean atendidos por robots antes que por personas de carne y hueso. No les culpo; yo mismo entre que me atienda un rociero o un humanoide, no tengo dudas. No discuten, no se cansan nunca y, por supuesto, serían incapaces de ponerse a bailar de forma tan ridícula.

Las maquinas van a suponer una auténtica revolución para la humanidad. Maquinas conviviendo con los seres humanos en las que se deberían aplicar esas tres reglas de la robótica.

1-     Un robot no puede dañar a un ser humano.
2-     Un robot debe obedecer siempre a un ser humano.
3-     Un robot puede defenderse siempre y cuando no entre en contradicción con las dos primeras reglas.

Al margen de la cara B que supondrá ese mundo, existe otro aspecto siniestro; media humanidad podría quedarse fuera de todos estos adelantos científicos. Desde un punto de vista económico, los adelantos en el sector de la robótica significarán una nueva organización alejada de los planteamientos del siglo XIX-véase marxismo o fascismo-

Finalmente nuestras creencias religiosas podrían cambiar completamente. Hoy día nadie tiene ni puñetera idea de que es el alma, tampoco sabemos reside la conciencia. Sin embargo, si fuéramos capaces de saber donde se encuentran, podríamos transplantarlos a otros cuerpos; bien sea en clones nuestros o, incluso, en robots. Les estoy hablando de lograr la inmortalidad. Fíjense la revolución que eso conllevaría. Esta especie de post-humanismo, en el sentido más ultraliberal del término, podría ser el futuro que aguarda a  la humanidad.  El porvenir se me antoja apasionante.

Sergio Calle Llorens







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