John Lennon solía quitarse las gafas antes de salir a tocar.
Sentía que nadie sería capaz de mirarlo con buena cara en el panorama musical con esa pinta.
Entonces una noche fría de Liverpool vio en su aparato de televisión como un tipo nada guapo llevaba unas lentes
de pasta negra y, a pesar de ello, se comía el escenario a ritmo de frenético
Rock and Roll. Desde aquella noche supo que podría salir a tocar llevando los anteojos sin ningún temor.
En verdad no es lo que llevas sino como lo llevas. No es la
ropa sino la percha. No es tu cuerpo, sino tu espíritu. Se tiene swing o no se
tiene. Es cuestión de entrar en una habitación marcando territorio, con la
cabeza alta. Sin miedo, sin temor a nada. El personal siente nuestra seguridad
y nuestro genio, como aquel Budy Holly con sus quevedos negros y su andar
desgarbado cantando aquello de not fade away, cuya versión de los Stones jamás
pudo superar. Todavía hoy sigue teniendo un sonido electrizante, incluso en
vinilo. Y si no me creen, escuchen la pieza.
Las gafas de Buddy Holly no eran más que unas lentes que un
afortunado descubrió 60 años después del accidente en Iowa. Empero, fueron la
clave para que millones de personas de todo el mundo pudieran mirar al mundo
bajo el prisma del desafío que, como sabemos, es el primer mandamiento de los
rebeldes. Esos que comprendimos que la actitud Rock And Roll puede ser la clave
para hacer de esta pocilga un lugar mejor.
Las gafas de aquel tipo que con 22 años dejó una infinidad
de canciones que influyeron en el mundo de la música, son un símbolo
imperecedero recordatorio de que podemos marcar la diferencia. Es cuestión de
dejar el miedo atrás. De aprender a volar aún sin saber si vamos a aterrizar de
pie. Eran sólo unos cristales a finales de los años 50, pero desde entonces nos enseñan el camino hacia la victoria.
El Príncipe del Rock and Roll fue el primero en involucrarse
personalmente en todo lo relacionado con el arreglo de sus canciones. Lo miraba
todo a través de unas lentes mágicas que cambiaron la historia de la música
para siempre. Y bien lo saben John Lennon y compañía.
¡Benditas gafas!
Sergio Calle Llorens
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