Enseñar valores democráticos a los andaluces ha sido uno de
los grandes retos de mi existencia. El segundo reto ha sido retratar a una
sociedad enferma y atrasada. Al hacerlo, me he ganado enemigos, amenazas y
algún que otro mal rato. Todo lo doy por bueno, pues es un placer hacer de
cronista de la realidad circundante.
En todos estos años, he podido observar a una derecha
primitiva y siempre en posición de fuera de juego. En cuanto a la izquierda,
puedo atestiguar que siempre elige la opción que más pueda hacer daño a España.
En sus dirigentes habita el resquemor de no haber acabado con Franco. Por eso,
se echan en los brazos de cualquiera dispuesto a rematar al estado.
Simpatizaron con los asesinos del ogro de Carrero.
Justificaron, y durante muchos años, a los etarras. Echaron la culpa del 11-M a
la invasión de Irak pero no se pararon, ni en segundo, a mostrar solidaridad
con el gobierno que trataba de luchar contra el islamismo radical. Se alían con
el gobierno de Gibraltar cuando se trata de hacer la puñeta a Rajoy o a
cualquiera que, por la cara, se atreva a quitarles el poder que es suyo por
derecho. Escupen a las victimas del terrorismo vasco llamándoles cerdos
fascistas.
En realidad, a la izquierda le importa un comino la
democracia y, mucho menos España. Su misión es destruirla, ahora pactando con
los nacionalistas catalanes o con los hijos de la secta de Mahoma. Lo suyo es
reescribir la historia, terminar con la nación nacida al abrigo de la
romanización y el cristianismo.
Cualquiera que se les oponga en su siniestro camino, será
señalado por sus gurús televisivos de la Sexta y de otros medios afines. Su ADN
totalitario aboga por una destrucción simple y efectiva del enemigo ideológico.
Y ahí, queridos amigos, es donde radica el problema, porque hoy, como entonces,
hay una España que se resigna a morir y que tiene las mismas ganas locas de
despellejar al enemigo. Y cuanto antes mejor.
La única opción posible que nos queda es la de un partido de
tercera vía. Una agrupación que bien podría ser la de Albert Rivera que
defiende la igualdad de todos los españoles,
aspiración suprema, sin importar el lugar de origen. Una doctrina
liberal reformadora al servicio de los ciudadanos y no de la casta política que
nos lleva al matadero de las dos Españas. Así que pido el voto para su
formación en las próximas elecciones. De paso, sugiero una intervención divina
en el asunto, aunque sé que Dios no habla mucho, infinidad de mujeres han dicho
su nombre gracias a mí. Sólo por eso, debería ayudarme.
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