lunes, 4 de noviembre de 2013

SILENCIO

La Junta no sabe a cuantos médicos ha contratado el SAS. Tampoco tiene muy claro cuando abrirá metro Málaga y, mucho menos, el día en el que comenzará el curso en La Cónsula. En realidad, no tienen ni puñetera idea de nada. Están ahí por ser miembros de una organización criminal conocida en el pasado como La Garduña y, convertida al socialismo andaluz. Pandilla de cretinos que no sabe hacer la o con un canuto. Así cada proyecto, cada fecha es siempre rebasada por unas gotas de realidad. Lo único claro es que a Andalucía ya la superan muchos países africanos.

Si los políticos son rematadamente malos y peligrosos, los periodistas del régimen no le van a la zaga y, continúan culpando del atraso al Generalísimo. A veces, me pregunto qué habría sido de todos ellos sin Franco. Ellos que estudiaron con becas del franquismo y que, tras aprovecharse de ello, han colocado a sus vástagos en puestos de relevancia a pesar de su la idiocia de todos ellos. Con el dictador vivieron muy bien, y lo siguen haciendo en su nombre. Aplican los valores culturales del Nodo trasplantados a su abyecto canal sur. El movimiento es apoyado por una masa ingente que responde a ese franquismo ideológico que siempre ha gobernado la taifa del sur.

Tres décadas de autogobierno no han supuesto ningún cambio entre los terratenientes andaluces cuyo pacto, hay que decirlo, con los descamisados socialistas que vienen del franquismo, les permite seguir gobernando la tierra de María Santísima. Nos hablan de educación pública pero sus hijos están en la privada. Nos comentan lo ideal de apoyar la sanidad pública pero sus señorías acuden a la privada. Dan mítines sobre la justicia social y el igualitarismo, pero si no perteneces a la Garduña, no podrás trabajar ni de revisor en el suburbano malagueño. Todo es un cuento chino. Nada es lo que parece. Nadie hace lo debido. Ninguno cree ya en el mañana bajo el paraguas de la República Bananera de Andalucía.

Hay que salvar a los andaluces de ellos mismos. Cerrar sus estúpidas sedes de autogobierno. Ponerle un candado a su televisión. Impedir que se manifiesten públicamente por nada. Alejarlos del poder y, luego, si es menester, formarlos como ciudadanos libres. A veces, es necesario acabar con los gusanos para que el árbol florezca. No tengo nada más que decir de Andalucía. Por hoy.

Sergio Calle Llorens







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