No creo mucho en el ser humano y, espero, que el ser humano
no crea mucho en mí. Consecuencia, imagino, de ser un hombre de muchas dudas y
escasas convicciones. Una de mis certezas es que no creo en los sindicatos
horizontales de España. Especialmente tras saber que la copa institucional de
UGT en la Feria
de Sevilla nos costó 58.000 euros a todos los contribuyentes. Incluso, apuntan,
a que el sindicato socialista tiene un sistema informático para impedir que los
ciudadanos sepamos de qué manera cometen el latrocinio institucionalizado.
Lejos de mejorar la cosa para unión general de trincadotes
tras los ERE, las últimas revelaciones señalan que estamos en manos de una
panda de atracadores, a cual más gandul. Hasta que no se produzcan dimisiones,
hasta que no devuelvan el dinero robado-lo recaudado hasta ahora es calderilla-
hasta que no cesen en su empeño criminal, la violencia está más que justificada
en Andalucía. Sobre todo si pensamos que ellos deberían estar defendiendo a los
trabajadores en vez de hurtarles hasta los presupuestos destinados a la
reinserción laboral de los parados.
Hay que acabar con esta pandilla de criminales con querencia
por las prostitutas y la cocaína. No es que no haya pan para tanto chorizo,
sino que faltan hombres dispuestos a quitarle la presa de las manos a esta
gentuza. La paciencia, queridos amigos, se ha agotado. Con 200 valientes como
el que aquí suscribe, el Palacio de San Telmo, hace años que habría sido
tomado.
Coda: Ante la violencia que ejerce la Junta , no queda sino
batirnos.
Sergio Calle Llorens
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