Cuando una empresa está en números rojos y a
punto de la quiebra, sus responsables se ponen en mano de un experto. Un tipo
capaz de reflotar la nave antes de que sea demasiado tarde. Eso, al menos, es
lo que pasa en todos los rincones del planeta civilizado. Con la excepción,
claro está, de Andalucía. En la taifa del sur, con su permanente extravío, los
ojos extraviados de los socialistas se posan en alguien con mirada torpe y con
menos talento que la babosa aquella del pleistoceno. Si toda la mala fama que
ha fermentado la cerveza mala de la corrupción de izquierdas, Susana Díaz, lejos
de enmendar la plana, llevará a la nave a su completa destrucción. Con su verbo
enmarañado y su cara de bobalicona va a establecer una nueva forma de hacer política;
el susanismo.
Una corriente basada en los métodos propios de
los zangolotinos. Una forma en la que se pasará por alto la currícula de la
gente valiosa, no vaya a ser que le hagan sombra a la directora del cotarro y a
sus compinches. El susanismo será una pincelada surrealista que, susurrada a
los oídos de la prensa amiga, se traducirá en
nuevos tiempos de renovación y, ¡agárrense!, hasta en un relevo
generacional. El susanismo es un ataque al sentido común. Un golpe a las buenas
maneras que se firmó, se lacró y se selló en Sevilla. Una última manera de
ponernos patines en los zapatos para que nos deslicemos hacia el abismo.
El susanismo, por tanto, es una botella vacía,
un producto caducado, una manera de no quedarse calvo discurriendo. En
definitiva, el mayor timo de la historia contemporánea española. Aquí no hay
golpe de timón, ni lo habrá jamás. La prensa seguirá con su autismo permanente
y su “non quiero mencionallo por non injuriarlo e non dañallo”. Los sindicatos
seguirán asaltando la despensa común para pagar sus comilonas, cenas y copas. Y
cuando no haya nada que robar, el susanismo creará nuevas tretas recaudatorias.
Y la oposición, a lo suyo, que no es otra cosa que hacer el ridículo con sus
chaquetitas azules y sus pelos repeinados con gomina.
Las únicas novedades que impondrá el susanismo
será una nueva práctica cinegética para terminar con los disidentes-al tiempo-
A su vez, practicará políticas de poca chaveta que ahondarán en la divergencia
de Andalucía con el resto del mundo libre. A partir de ahora, todos deberemos
ser miembros de esa nueva corriente política llena de infantilismo donde ser un
empírico equivaldrá a ser un fascista de cojones.
El susanismo, definido grosso modo, como la
defensa de una doctrina cerrada y radical completamente inflexible, para
amoldarla a los compromisos con la izquierda radical de los comunistas que
mantienen a la gran sacerdotisa de aquella escuela; Susana Díaz. De golpe y
porrazo, las dictaduras de Castro, Pol Pot o el padrecito Stalin tendrán cabida
como ideología buenista en los libros de nuestros escolares cuyos deditos
podrán, si nadie lo remedia, apretar el gatillo como ya hicieran sus huestes en
el pasado. Dan ganas de salir corriendo si no fuera, claro está, por lo mucho
que nos vamos a divertir.
Sergio Calle Llorens
Tienes mucha razón con el Susanato nos vamos a reír un montón. Trabajar no sé si trabajaremos más o hará de Andalucía, tierra quemada y arrasada.
ResponderEliminarEste artículo me gusta, porque en él no insultas que es lo que no me gusta.
Porque el mejor insulto es la indiferencia, pero ante este desastre de desgobierno no hay indiferencia posible.
Saludos
Seguro que sí pero también vamos a sufrir las políticas loquinarias de Susanita. Un abrazo.
EliminarLos fachas sois así siempre mirando a la izquierda cuando tenéis en la derecha mucho más que tapar. Aunque escribas bien no significa que tengas razón.
ResponderEliminarVamos a ver! aquí no se trata de derechas e izquierdas, es una critica a este desatino y esta mamarrachada, que nos han impuesto. No sé porque insultas? ¿no tienes argumentos coherentes para rebatir el artículo. Te digo como dijo el Bribón al difunto de Chaves " ¿Porque no te callas?
ResponderEliminarSaludos.