Hoy voy a empezar a construir la casa donde
estaré muchos años. Tendrá muros fuertes y cimientos poderosos. Estará situada
en esa gran atalaya desde donde contemplar la mar. Antes he de descolgar todas
las fotos que acumulé durante toda la vida. Momentos recogidos y grabados en
algún rincón de mi azotea. Sombras del pasado, nostalgias y corazones que
dejaron de latir hace tiempo. Pienso en ello mientras medito como el teléfono
dejó de sonar. Sencillamente me perdí por esos caminos que embriagan más que el
dulce aroma del hogar, o tal vez se perdieron ellos. Tengo cajas repletas de
discos, libros y demás objetos que hasta hace nada yo acariciaba feliz. La
pared vacía me provoca una sensación de ahogo y salgo para escapar de la
nostalgia. Hay polvo por todos lados y me chirrían los huesos.
Me fundo en la oscuridad cuando pienso que esa
chica llamada nostalgia lleva demasiado tiempo enredada en mi pelo y en mis
manos. Han pasado tantas lunas que mi reina ha colgado su estandarte en su
corazón que, sencillamente, es difícil empezar otra vez. No puedo estar sin
ella y, a pesar de ello, estoy decidido a abandonarla y comenzar de nuevo.
Ahora estoy esperando a que vengan a buscarme pero seguro que, aunque lo
intenten, no me encontrarán jamás. Además, ella no querrá dejarme tan
fácilmente. Incluso me ha prometido estar presente el día en el que
desembarqué, por fin, en la Isla
de los Naufragios. A pesar de todo, no quiero que me acompañe a mi nueva morada
con alma de castillo. Tal vez si yo pudiera rodearla de niebla que me ocultara de
ella, ésta no encontraría la manera de llegar a mi lado.
Estoy exhausto de ver sombras pretéritas. Quiero probar nuevas confituras de melocotón
y albaricoque. Besar otros labios que me abriguen el alma. Dejarme llevar hasta
que la marea suba y me lleve al fondo, pero hasta ese momento quiero contemplar
la luna y sentir como aquel joven que fui. Sí, quiero construir un nuevo
lugar en el que pasar el resto de mi
vida. Veo, de nuevo, las lucecitas del pueblo parpadeando en la niebla. Suspiro
porque esta noche no es el bosque el que me habla, sino mí corazón que sangra
por ser el más solitario de los hombres. Los rayos de plata de luna bañan mi
cuerpo, me quito la ropa y me sumerjo en las frías aguas del riachuelo. Estoy
vivo, pienso, mientras la lechuza emite un sonido de protesta por haber violado
sus zonas querenciosas. Le pido disculpas a la rapaz y continuo más arriba
consciente de que encontrar mi lugar en el mundo me va a llevar un tiempo del
que no dispongo. Me sumerjo en el agua con los pulmones llenos de aire, el
mismo que voy a necesitar para culminar mi obra.
Sergio Calle Llorens
Amigo, no des vueltas al pasado, pues no lo puedes cambiar,que no te abobie el futuro, pues no sabes si llegará, disfruta del presente, no lo dejes escapar, porque cuando se vaya, jamás volverá. Es un consejito que hace mucho me dieron, disfruta y se feliz.
ResponderEliminarTe agradezco el consejo amigo. Un abrazo.
EliminarImpresionante blog con una firma fina muy crítica llena de sorpresas agradables. Lydía Alcantara.
ResponderEliminarMe cuentan lo bien que te van las ventas de tu libro. Eres un genio de veras. Besos de carolina.
ResponderEliminarSaludos
ResponderEliminarTe veo muy nostálgico, haces bien en escribir tu historia: Es una forma de quitarse de encima el pasado, lo importantes es dejar en el pasado momentos de la vida que ya se han acabado.
Empezar a vivir una nueva realidad llena de ilusiones y proyectos.
Suerte!!