Me he pasado la vida buscando mi partido. Una agrupación política
capaz de acabar con la ignorancia y el paro en Andalucía. No habiendo
encontrado un programa electoral que acreditara haber cumplido las promesas de sus señorías, me
he quedado al margen de todo. Mi única certeza es que el gobierno andaluz
siempre está compuesto por un grupo de patanes elegidos para hacer el inútil. Quiero
hacer constar que con el bipartito PSOE-IU la situación ha empeorado, ya que la
unidad se resquebraja al tener la casa dos puertas por donde se escapa la
información confidencial, aquella que no deben conocer los ciudadanos. Cuando
eso ocurre, los periodistas del régimen adoptan un punto de fanfarronería, una
actitud chulesca que esconda, en lo posible, que la taifa del sur es un cadáver
putrefacto que por alguna razón desconocida sigue en pie.
Imaginar a una persona que se ha querido en forma de
calavera tiene que ser de un dolor insoportable. Como jamás he sentido amor alguno
por el ente político andaluz, contemplar el cadáver me resulta hasta gracioso. Podría
decir que nunca he matado a nadie pero estoy asistiendo a este entierro con
profundísimo gusto. Sobre todo cuando leo al pueblo andaluz con su indignación
sobre los recortes del gobierno central, que en el sur, llaman ajustes. Plañideras
andaluzas que quieren creer en las patrañas del bipartito porque les va la
hipoteca en ello. Encontrar una excusa para justificar que la Junta no cumple es facilísimo.
Esta gente ha aprendido a dividir al mundo en señores de derechas y
progresistas de izquierdas. Parecen desconocer que ambos grupos han mamado la
misma leche. La división, claro está, es inservible. Hay una distinción mucho más
certera e implacable. La que establece entre personas inteligentes e idiotas,
entre buenas personas y malnacidos. Quienes no entienden de estas distinciones son, no lo duden, mentes
yermas que ahora sollozan ante el féretro que porta la autonomía andaluza.
Reflexionar sobre este fracaso colectivo no es del agrado de
esa masa vociferante que jamás leyó un libro que pudiera comprender. Como
tampoco es de su gusto que les recuerden estas décadas de nada. Miran para otro
lado cuando les señalas que la República
Bananera de Andalucía nació del simple capricho de unos
señoritos andaluces, apoyados en sus ignorantes. Para lograrlo, se estableció
una lucha idiota con Madrid, convirtiendo una iniciativa potable a los
intereses generales, en un desastre completo. Se metieron en una orgía
andalucista inventada por un señor ocioso, de mente calenturienta, al que hoy
veneran como padre cuando, siento decirlo, en vida no lo conocían ni en su casa
a la hora de almorzar.
Huele a muerto y a chamusquina pero los agentes de la Junta tratan de endilgarnos
sus fantasías sobre una Andalucía lozana y joven. Incansables al desaliento se
empeñan en que no veamos que la buena gente de estas tierras se tiene que
marchar a buscar empleos a lugares, donde el amor al trabajo bien hecho no es considerado una clase de alergia. La única verdad es que las campañas de
Andalucía al máximo, de la segunda o la vigésimo cuarta modernización han
acabado en muerte porque ya tenemos más imputados que diputados andaluces.
Un funeral es siempre algo fascinante, amigos y enemigos
hablando bien del fallecido. En el caso que nos ocupa, olvidan que el origen de la Andalucía
política se encuentra en un deseo no disimulado de rapiña. Una vez conseguido,
que no saciado, ya no hay nada más que robar por lo que la taifa ha muerto de
gota de tantas mariscadas a costa del contribuyente. ¡Descanse en paz Andalucía
en un lugar donde no pueda hacer más daño!
Sergio Calle Llorens
Sergio amigo, tienes una prosa brillante, suelta, ácida y fácil, lejos quedas de ese grupo de periodistas que lo único que saben es besarle el culo a sus amos. Gracias por existir.
ResponderEliminarAlba
Se te menciona mucho en los mentideros andaluces y te temen bastante sobre todo desde que publicas en un diario de Sevilla digital. Te temen, que lo sepas.
ResponderEliminar¡No será verdad que esta Andalucía putrefacta se va a la gran puñeta!
ResponderEliminarSi así fuese, también yo asistiré con profundísimo gusto a su entierro.